La hipocresía de los obispos

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En medio de presiones de la iglesia católica, y de grupos de ambientalistas y de derechos humanos, el Congreso de El Salvador aprobó una ley que prohibe la minería metálica. La prohibición incluye las actividades de exploración, extracción, explotación y procesamiento ya sea a cielo abierto, o subterráneo.  A principios de marzo, la iglesia católica le entregó al Congreso más de 30 mil firmas de ciudadanos salvadoreños que se sumaban a los pedidos de la prohibición de la minería metálica.

Cuando leí esa notica pensé en las cruces, báculos y anillos de oro que adornan las personas de obispos, arzobispos, cardenales y papas.  Pensé en los copones, las custodias y otros objetos de oro y plata que engalanan las ceremonias en templos magníficos.  Pensé en el pan de oro y el estofado que cubren retablos e imágenes; y en el oro y la plata de resplandores y puñales.

En  Empires of the Atlantic World: Britain and Spain in America, 1492-1830, Sir John H. Elliot nos recuerda que the wealth generated by the mining economies of the two viceroyalities [of New Spain (Mexico) and Peru] made it possible to sustain a continuing programme of church building and refurbishing. La riqueza generada por las economías mineras de los virreinatos de México y de Perú hicieron posible mantener un continuo programa de construcción y remodelación de iglesias católicas.

Elliot cita al dominico Thomas Gage que nos cuenta que en México, en 1620, there are not above fifty churches, and chapels, cloisters and nunneries, and parish churches in that city, but those that are there are the fairest that ever my eyes behold. The roofs and beams in many of them all daubed with gold.  Había, en el México de 1620 más de 50 iglesias, capillas, claustros, conventos y parroquias cuyos techos y vigas estaban revestidas con oro.

Desde la Nueva España hasta el virreinato de La Plata, pasando por la Capitanía General del reino de Goathemala, ¿De dónde saldría el oro que se usaba en aquellas iglesias y que le daba tanta riqueza, prestigio y poder a la organización de la cual los obispos son altos dirigentes?  ¿De dónde salió la riqueza que le permitió a la iglesia católica ser terrateniente formidable y prestamista implacable? ¿De dónde ha salido el oro para cálices, báculos, pectorales y otras joyas que se lucen en iglesias, monasterios y museos, así como en obispos, arzobispos, cardenales y papas? ¿Qué tantas fuentes de ingresos actuales, de aquella organización, provienen de fortuna enraizadas en la explotación minera?

La foto es de la Enciclopedia Guatemala.

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