La policía bajo ataque

Nueve ataques contra agentes de la Policía Nacional Civil -que dejaron tres agentes muertos y siete heridos- fueron el saldo de una larga jornada protagonizada por mareros del Barrio 18.  Se van a dar cuenta cómo es la guerra con nosotros, dijo uno de los miembros de aquella pandilla, durante las negociaciones en el contexto del motín y de los asesinatos en el correccional Etapa II.

La relación de la gente con la PNC es ambigua.  Por un lado cuando uno lee noticias acerca de agentes involucrados en actos delictivos, o noticias sobre agentes mordelones, hay casi un consenso de rechazo y desconfianza hacia ellos.  Pero por otro, uno los ve vestidos de negro caminando, o pedaleando bajo el sol del medio día con uniformes de tela gruesa y plástica; y uno se entera de que la Administración no les va a dar de comer el día de las elecciones y no puede sino conmoverse.  De hecho, para los comicios pasados hubo un movimiento ciudadano que invitaba al público a compartir comida y bebidas con los agentes que cuidaban los centros electorales; y muchas personas respondieron al llamado.  A los policías, los gobiernos son capaces de darles hasta comida en mal estado; y las condiciones de vida en sus lugares de trabajo son humillantes.

Cuando algún agente es asesinado en el cumplimiento de su trabajo, la gente recuerda que son seres humanos, que tienen familias y que hacen un trabajo ingrato.   A pesar de los malos agentes, y a pesar de los malos jefes.

Vivimos en una sociedad cuyos políticos y funcionarios están más dispuestos a atender las demandas descabelladas de los más variados grupos de interés (muchas veces violentos), antes que ocuparse de respetar y reconocer la dignidad de sus policías y sus soldados, de sus guardias penitenciarios, de sus fiscales y de sus jueces.  Y esa es una de las razones por las que la delincuencia y la impunidad prevalecen.

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  1. Totalmente de acuerdo, se pagan millones en prevendas de pactos colectivos que no benefician en NADA a los ciudadanos, y la seguridad y justicia siguen en la miseria.