Su revolución, ¿tiene que ser sucia?

img_7621Totalmente de acuerdo, ¡sin mujeres no hay revolución!…pero si la revolución como la entienden los autores de la pinta que ilustra esta entrada fuera algo que vale la pena…¿no sería genial que su revolución fuera posible sin ensuciar y sin manchar?

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El jueves por la tarde fui a la Sexta avenida y me encontré con las pintas que hacen los revolucionarios en las paredes; y como siempre dan grima.  Hay una que dice: Casas de oligarcas reservadas para nuevos ricos puesta en la pared de una panadería y restaurante que ha quedado bellísimo en aquella avenida céntrica.  La envidia y el odio revolucionarios saltan a la vista.  ¿Qué quieren los revolucionarios? ¿Que no haya lugares hermosos y sabrosos para la gente? ¿Que todo sea feo y sucio?  ¿Qué no haya empleos para quienes trabajan en lugares como el señalado? Una revolución así no sólo es shuca, sino que es triste.

Pintas así me recuerdan que muchas personas odian lo bueno porque es bueno. Vivimos en la era de la envidia, escribió Ayn Rand. “La envidia” no es la emoción que tengo en mente; pero es la más clara manifestación de una emoción que se ha mantenido sin nombre; es el único elemento que los hombres han permitido a sí mismos de identificar, de una suma emocional compleja. La envidia es considerado por la mayoría de la gente como una emoción insignificante y superficial; y, por lo tanto, sirve como tapadera semi humana para una emoción inhumana que rara vez se atreven a admitir que sienten, incluso a sí mismos…Esa emoción es: el odio del bien por ser bueno. Ese odio no es resentimiento contra algún punto de vista prescrito acerca de lo que es bueno, con el que uno no está de acuerdo…El odio del bien por ser el bien significa el odio de lo que uno considera como bueno por juicio propio (consciente o inconsciente). Esto es el odio hacia una persona porque posee un valor, o virtud uno considera deseable. Si un niño quiere obtener buenas calificaciones en la escuela, pero no puede, o no quiere alcanzarlas y comienza a odiar a los niños que sí las alcanzan, ese es el odio del bien. Si un hombre se refiere a la inteligencia como un valor, pero está preocupado por dudas sobre sí mismo y comienza a odiar a los hombres que sabe que son inteligentes, ese es el odio del bien. La naturaleza de los valores particulares que un hombre elige para celebrar no es el factor principal en este asunto (aunque los valores irracionales pueden contribuir en gran medida a la formación de esa emoción). El factor principal y característica distintiva es un mecanismo emocional fijado a la inversa: una respuesta del odio, no hacia los vicios humanos, sino hacia las virtudes humanas. Para ser exactos, el mecanismo emocional no se ajusta a la inversa, pero se establece de una manera: sus exponentes no experimentan amor por los hombres malos; su rango emocional se limita al odio, o la indiferencia. Es imposible experimentar el amor, que es una respuesta a los valores, cuando la respuesta automatizada de uno, a los valores, es el odio.

Dice otra pinta: La iglesia mueve montañas, pero de pisto, un recordatorio de que esa organización -la iglesia católica- no paga impuestos, pero apoya las alzas tributarias y el terrorismo fiscal; se opone a la minería pero exhibe riquezas inmensas en oro, plata y piedras preciosas; habla de paz pero muchas veces apoya acciones violentas contra hidroeléctricas.  Una cucharada de su propia sopa es esta pinta en la pared de Santa Clara.

Da algo de risa (cuando no da pena) ver que los que hacen las pintas piden educación…y olvidan que el que pinta pared y mesa demuestra su bajeza.

La pinta más curiosa es la que dice: La revolución será campesina, o no será; esto es porque contradice todo el marxismo-leninismo representado por las hoces y martillos que acompañan las pintas.  El socialismo científico (el marxismo) sostiene que la revolución la harán los proletarios (que no son campesinos) y el leninismo sostiene que la revolución la hará la vanguardia del proletariado (que no son campesinos). La revolución que promueve esta gente, ¿es maoista, es como la del Khmer rouge?

Cuando veo pintas contra la llamada explotación pienso que según muchos revolucionarios, si alguien no tiene empleo y nadie lo contrara, el desempleado no es explotado.  Una vez el desempleado es contratado, su patrono y él pasan a ser enemigos de clase,  Uno es el explotador y el otro el explotado.  Contra esa lógica no se puede.

Ya cerca del Parque Centenario había dos carteles de la URNG (la exguerrilla guatemalteca) y Maíz otro partido político vinculado a la exguerrilla….y entonces uno se explica no sólo el hecho de las pintas y la suciedad, sino el espíritu violento y rencoroso de las mismas.

Lo que no saben los revolucionarios es lo que ocurre en las calles del Centro con sus pintas y sus ideas de odio y violencia:

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V en V for Vendetta dijo: Una revolución sin baile no es una revolución que merezca la pena; y claro que no baila reguetón, sino una canción de Antony and the Johnsons.  Ese es el tipo de revolución que uno podría considerar como valiosa; no la de los cafres que pintan y ensucian paredes con mensajes de envidia y de odio, ni con mensajes que anuncian miseria y muerte.

La ilustración de los gatos la tomé de Facebook.

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  1. Esos idiotas que asisten (dudo que estudien) a una universidad que se mantiene con recursos expoliados a esas empresas que tanto odian, o sea becados por quienes detestan, que ironía