Pipoldermos y borbones

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¿Qué es lo que se decía de los borbones? Ah, que tienen memoria; pero no aprenden.  Lo mismo podría decirse de los pipoldermos chapines…y de los tributarios chapines.

Ni bien los pipoldermos se enteraron de que sobra algo del dinero que toman de los tributarios, aquellos anunciaron que le pondrán fin a la magra contención del gasto. Nada aprendieron acerca de no malgastar y no maladministrar. Nada aprendieron en el sentido de que, como escribió Fritz Thomas, comerse el capital es comerse el futuro.  Y entre los tributarios, a pesar de las experiencias amargas de siempre, no faltan los que dicen que hay que elevar los impuestos, sin necesidad de demandar que –antes– los pipoldermos eliminen a todos los privilegiados en el Presupuesto del estado y dejen de malgastar y hasta robarse el dinero que expolian.

Con ejemplos recientes, ¿en qué han gastado los pipoldermos el dinero de las reformas tributarias de años anteriores?  En maletas nuevas y viáticos para los dirigentes del COG, privilegios ofensivos, sin contar con que, además, los atletas no reciben viáticos completos. En filetes de entraña, ceviches y otros gastos parecidos para los diputados (corruptos y taimados).  Salarios de entre Q3mil y Q22 mil mensuales para 206 asesores adicionales para aquellos tus diputados. ¿Para qué más asesores? Para que continúe la legislorrea; a pesar de que sabemos, porque nos lo dijo Mark Twain, que ni la vida, ni la libertad, ni la propiedad de ningún hombre está a salvo cuando el legislativo está reunido.  Para comprar miles de trompos y pelotas sobrevaluadas…y así puede seguir la lista,

¿Qué es lo evidente en el párrafo anterior? Que si hay para viáticos, lujos, canonjías y juguetes no es que no haya dinero; de hecho, la caja fiscal está en superávit. ¡Lo que no hay es vergüenza! ¡Y lo que abunda es la corruptela!

Errar no es malo si el error es una oportunidad de aprendizaje y de descubrimiento. Sin embargo, parece que los chapines tenemos memoria para quejarnos; pero como los borbones, ni pipoldermos, ni tributarios aprendemos de nuestros errores.

Columna publicada en elPeriódico.

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