Desde una perspectiva individualista la lucha de las mujeres por el derecho al voto y por la igualdad ante le ley es una lucha admirable, legítima y cuya historia deberíamos conocer mejor. En ese espíritu fui a ver la película Suffraguette.
En aquel contexto es impensable que a las mujeres se las considere casi como objetos que son propiedad de sus padres, de sus maridos, o de sus hermanos…o de sus empleadores; que no tuvieran la posibilidad de elegir y ser electas; que sus propiedades fueran administradas por sus padres, sus maridos, o sus hermanos; o peor aún, que no tuvieran la facultad, ni el derecho, de decidir sobre sus hijos.
Aún simpatizando con la causa, dos cosas me decepcionaron de la peli. Las cortas apariciones de Meryl Streep y recordar que -debido al conservadurismo que la gente confunde con el liberalismo- el liberalismo clásico y el individualismo han perdido causas que les son propias, en favor del socialismo y del colectivismo. En la peli, Emmiliene Pankhurst la lidereza sufragista se expresa contra el ídolo de la propiedad, con el mismo espíritu de ligereza, desprecio y rechazo con el que P.J. Proudhon asegura que la propiedad es robo, y con el mismo espíritu con el que K. Marx afirma que el proletarios puede liberarse sólo por medio de la abolición de la propiedad. El colectivismo ha cooptado este tema y otros.
En el fondo, el conservadurismo todavía considera válido aquello de Las tres K, o sea el slogan de que las mujeres son sólo para los niños, la cocina y la iglesia. El hecho desafortunado de que mucha gente confunda el conservadurismo con el liberalismo clásico y el hecho de que los liberales clásicos son más entusiastas del libre comercio y de temas fiscales (por ejemplo), hace que se pierda de vista la importancia de temas como los derechos de las mujeres, que no son ajenos al lado del espectro filosófico y político que nada tiene que ver con los ideales socialistas y colectivistas. Quien quiera profundizar sobre este tema, seguramente querrá conocer a Mary Wollstonecraft, por ejemplo.
El liberalismo clásico ha perdido otros temas que le son propios porque están íntimamente ligados al respeto de los derechos individuales y a la igualdad de todos ante la ley.
El racismo, por ejemplo, es estúpido ya que juzga a las personas con base en datos irrelevantes; y por lo tanto hace que los juicios derivados de esa perspectiva sean inútiles. Dado que las ideas elegidas por las personas gobiernan el mundo y dado que las ideas guían las acciones, las ideas definen el carácter. Empero, el racismo se enfoca en lo físico, que es no elegido. Esta perspectiva es propia del liberalismo clásico.
El matrimonio igualitario, por ejemplo, es una expresión del respeto a la libertad en general y a la libertad de contratación en particular; también lo es de la lucha contra todo privilegio. ¿Qué puede sere más propio del liberalismo clásico?
La despenalización de las drogas y el fin de la guerra perdida contra aquellas sustancias -no por el derecho del junkie a meterse babosadas en el cuerpo- sino en defensa de las víctimas inocentes de aquella guerra y en contra del estatismo y el intervencionismo generados en aquel ambiente de guerra, son campos propios del liberalismo clásico.
Pero el conservadurismo se siente incómodo con algunas de aquellas ideas. Y muchos liberales -por no incomodar a sus amigos conservadores- se mantienen alejados de estos asuntos morales y prefieren no salir del librecambismo y de temas parecidos.
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