¡Ovación de pie para los guatemaltecos! El del domingo fue uno de esos casos en que es cierto que sólo el pueblo salva al pueblo. ¡No era cierto que no quisiéramos elecciones! El 71 por ciento de los inscritos en el padrón llegamos a votar.
Los que afirmaban que en en estas condiciones no queremos elecciones y querían establecer un gobierno de transición a su medida y a su antojo se quedaron vestidos y alborotados. Los que soñaron con que el domingo los centros de votación iban a estar vacíos, hasta el punto de que ni siquiera llegarían los miembros de las juntas receptoras de votos se quedaron chiflando en la loma. Los que creyeron que iban a saborear su revolución fueron derrotados por los mandatarios que no están para aquellos disparates. Y al ver los resultados de los comicios, al ver los porcentajes miserables que obtuvieron los candidatos y los partidos vinculados a aquellas ideas, es fácil ver por qué es que no deseaban enfrentar la humillación de parte de los electores.
Durante décadas aquellos grupos han sembrado en los guatemaltecos las semillas de la baja autoestima, del enfrentamiento, de la desconfianza y de la violencia; pero es posible que, como dijo uno de mis estudiantes, se hayan metido con la generación equivocada, en alusión a un meme que circula por ahí. Esto, claro, sin quitarles méritos a los miembros de generaciones anteriores que fueron ejemplares en la defensa de la república, del orden constitucional y de sus propias vidas.
Falta bastante, por supuesto. Para la segunda vuelta electoral no hay que bajar la guardia. Si ahora fuimos 71 por ciento los votantes, no deberíamos ser menos, el 25 de octubre. Y la mayoría deberíamos acudir a rechazar a la opción más colectivista y estatista en la boleta. Démosles una lección que no se les olvide hasta el día del juicio, por la tarde y después de la bulla.
Que no germine la mala simiente y que sus patrocinadores locales y extranjeros vean con claridad que –independientemente de los detalles ideológicos que puedan separarnos– los chapines preferimos ir a votar, convencer en lugar de vencer, y la paz en vez de su revolución.
Columna publicada en elPeriódico.