Yo preferiría que miles de electores chapines no hubieran dejado crecer al partido Lider como lo dejaron crecer desde las elecciones pasadas. Yo preferiría que el Tribunal Supremo Electoral hubiera sancionado a Lider desde los primeros momentos en que empezó a violar la ley. Yo quisiera que Lider y toda la indecencia que representa no existiera. Si por mi fuera, haría desaparecer a Lider con un Abracadabra. Pero ya estuvo y no se puede. Como no se puede cancerlarlo. No se puede porque no es legal y porque si a pesar de no ser legal, se hiciera porque es políticamente conveniente en el corto plazo, abríríamos las puertas del averno y en el largo plazo acabaríamos con los valores que supuestamente queremos conservar.
Lo siento pero no se puede porque en tanto que en la esfera del derecho privado las personas somos libres de hacer todo lo que no está prohibido, en la esfera del derecho público (y el derecho electoral es de carácter público) sólo se puede hacere lo que está permitido. Es cierto que el artículo 21 de la Ley electoral y de partidos políticos dice que la violación de las reglas de financiamiento implican sanciones administrativas y penales; pero más adelante está claro que no está permitido cancerlar un partido luego de que ha ocurrido la convocatoria a elecciones. Así lo dice el artículo 92 de la LEPP: No podrá suspenderse un partido después de la convocatoria a una elección y hasta que ésta se haya celebrado.
Suspender es una sanción menor a cancelar; y si no está permitido lo menos, ¿cómo habría de estar permitido lo más? Si no es legal suspender un partido una vez hecha la convocatoria a los comicios, ¿cómo sería legal cancelarlo? Las buenas intenciones de quienes quieren que Lider sea castigado por violar la ley quedan oscurercidas por el desatino de que para ello sea violada la ley. No puedes proteger un valor mediante la violación del mismo valor que quieres proteger.
Así llegamos a donde estamos y lo que sí toca es derrotar a Lider en las urnas. ¡Nada de victimizarlo! Lo que hay que hacer es aplastarlo a fuerza de votos. Que no les queden ganas de volver a levantar cabeza. Que escarmiente el partido y que escarmienten su propietario y sus dirigentes. ¡A votar con todo!, y dejémonos de necedades.