Esta es la historia de como me encontré con Gabriel García Márquez…y no. En septiembre de 1999, a mi regreso de Taiwán, pasé por Los Angeles; y como tenía que esperar varias horas antes de mi vuelo para Guatemala tomé una habitación en un hotel cercano al aeropuerto y me quedé dormido. Para cuando desperté el avión para Guatemala había salido de LAX una hora antes…y con mi equipaje.
A la mañana siguiente, tan temprano, como pude me fui al aeropuerto y frente un escritorio le conté a la chica que me atendió lo que me había pasado y le pedí que me confirmara si mi equipaje se había ido sin mí y si ya se hallaba en Guatemala, o si tenía que hacer algún trámite en Los Angeles para encontrarme con él.
En el escritorio de al lado había un hombre maduro acompañado por dos damas. Una poco más o menos de su edad y otra menor. El hombre escuchó mis penas y cuando resolvió su asunto se levantó, me puso la mano en el hombro y me dijo: Espero que su problema se arregle. O algo parecido. Asentí y sonreí, y él y sus acompañantes se alejaron.
La chica que me atendía me preguntó: ¿Sabe quién es él? Y yo, que a veces ando en piloto automático y que en ese momento estaba más interesado en mi equipaje que en otras cosas le contesté que no. Es un escritor famoso, me dijo, y luego le preguntó a su compañera: ¿Cómo es que se llama? A lo que la otra chica contestó: Gabriel García Márquez.
Y yo, ¿qué iba a hacer? Oh, me dije en voz alta.
La cosa es que aunque disfruté El otoño del patriarca y El coronel no tiene quien le escriba –y mucho más tarde disfrutaría de Memorias de mis putas tristes- lo cierto es que no puedo ser fan de García Márquez. No se si, aún sabiendo quién era, me hubiera animado a pedirle un autógrafo, o tomarme una foto con tan notorio groupie y admirador del comandante Fidel Castro, el protagonista de la más larga y profunda tiranía en América Latina.
No. No me hubiera sentido cómodo en esa foto.
La ilustración la tomé de Facebook.
Estoy de acuerdo contigo. Yo por muchos años me rehusé a leer sus obras, hasta que me dí cuenta que estaba siendo muy cerrada.
Para mi esa relación con Fidel demerita bastante a Garcia Marquez, quien de una manera indirecta legitimaba el actuar del dictador.