El cantante Luis Miguel, que iniciará en la República Dominicana su gira Latinoamericana 2013, les exigió a los productores del espectáculo desde un helicóptero hasta un chef privado para los seis días que estará en aquel país caribeño. El llamado Sol de México también pidió una villa y una lancha para sus paseos.
¿Escandaloso? No. Algo Extravagante, tal vez; pero no escandaloso. Los lujos de Luismi son consecuencia de contratos volutarios y pacíficos entre él y sus fans; y entre él y los productores. No son consecuencias de la fuerza, ni de expoliación, ni nada parecido.
Jorge Mario Bergoglio suspendió temporalmente al obispo despilfarrador alemán, Franz-Peter Tebartz-van Elst, tras el escándalo provocado por su afición al lujo. El prelado fue acusado de haber emprendido la construcción de una onerosa sede episcopal. El proyecto costaba unos $7.6 millones, pero los gastos de la obra alcanzaron los $55.2 millones. El religioso gastó para su bañera personal $20.6 mil, y dispuso de un comedor de casi $4.1 millones.
¿Escandaloso? ¡Si! Porque Tebartz-van Elst y los obispos alemanes disfrutan del privilegio de ser mantenidos por dinero de los tributarios.
Entre enero y septiembre de 2013 los tributarios guatemaltecos han pagado -para la atención personal de dos Ministros– un total de $236 mil. La administración ha cancelado facturas por boletos aéreos, viáticos, combustible, alimentos y telefonía celular. De acuerdo con el detalle de los comprobantes entregados a cada unidad financiera de cada ministerio, existen gastos de alimentación desde $12 en establecimientos como Dobladas San Carlos, hasta gastos en el restaurante Jean François por $406. Té, azúcar de dieta, atún, jugos dietéticos, son otros productos.
¿Escandaloso? ¡Si!, porque los Ministros se sirven con la cuchara grande y gastan el dinero que toman de los tributarios, por la fuerza. Mientras que en los hospitales faltan las medicinas y en las escuelas no hay materiales, los señorones se atascan.