Tomasa -que es hija de Ofelia, una suculenta que me regaló mi abuela, Frances- ayer nos obsequió su segunda flor de este año. El nombre científico de esta planta es Stapelia gigantea y las llamo flores de Perdidos en el espacio porque recuerdan a la flora galáctica de aquella serie de televisión.
Estas plantas tienen la particularidad de que no huele, sino hieden. Despiden un hedor como a carne podrida; y aparte de eso llaman la atención su notoria hirsutez, su color y a su tamaño. Nunca ha sido polinizada pero atrae moscas que han de acudir encantadas por su olor característico.
Yo les tengo cariño y siempre celebro su floración.