Concepción-Reyes

Concepción-Reyes es el nombre de la maratón de celebraciones que comienza hoy en el calendario de festividades chapinas. Antes era Guadalupe-Reyes porque empezaba con la fiesta de Guadalupe y concluía con el Día de Reyes; pero ahora empieza en el Día de la Quema del Diablo. Eso tiene sentido porque las fiestas de fin de año comienzan con los fuegos de hoy en la tarde, y porque así abunda el tiempo.

El año pasado celebramos con Los Peter y la pira estuvo espectacular, hecha con las ramas de un nisperal podado. En la mesa hubo tostadas con frijoles y queso seco, con salsa de tomate y perejil, y con guacamol; así como buñuelos dorados y esponjados, como debe ser. No faltó, tampoco, el ponche de frutas con su toque de buen ron. En casa de mis padres siempre había buñuelos y ponche; y como ahora, cuando yo era chico los niños y adultos gozábamos con el fogarón y con los cohetes.

Muchas culturas tienen tradiciones similares y las que recuerdo ahora son las hogueras de los celtas y las fallas valencianas. Los mayas quemaban papeles con sangre de sacrificios para alimentar a sus dioses. De distinta naturaleza entre sí, y diferentes a la Quema del Diablo, todas están relacionadas con el uso del buen fuego que ilumina y que purifica.

Según la tradición chapina, el fuego incinera al Chamuco representado por las cosas viejas que se queman. La tradición demanda que al fuego de hoy sean arrojados los vejestorios, símbolos de rencores, de envidias, de las malas experiencias del año y de otras cosas que son de Lucifer y que hay que expulsar fuera de la casa (y del corazón) para entregárselas a las llamas.

Por supuesto que hay mara que no le atina y que quema llantas, colchones y otros materiales inapropiados, con lo cual la hoguera adquiere características tóxicas. Y con eso, los irresponsables están conjurando, no a la eliminación de los demonios, sino a la intervención del Estado niñera, que es igual, o peor que el mismísimo Belzebú.

Voto porque la tradición de la Quema del Diablo sea conservada; no solo por su simbolismo, sino por lo hermoso que es ver a las familias reunidas alrededor del fuego y comiendo buñuelos. Y yo, mientras tanto, le entrego lo que tenga que darle al fuego y, como siempre, me río de Satanás.

Columna publicada en El periódico.

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  1. […] Diablo se fue feo anoche porque entre amigos le pegamos fuego y, de acuerdo con la tradición guatemalteca, echamos a las llamas las cosas malas del año.  Que la verdad sea dicha, no fueron muchas. […]