La semana pasada, mi columna trató sobre amenazas y desastres; y la el eje del mismo era que un estudio hecho luego de Katrina, muestra que la sociedad civil y la vida comercial tienen un papel vital en la recuperación exitosa luego de un desastre. Cada vez que el gobierno (el mismo que construye puentes endebles) intenta guiar a los individuos en sus decisiones, o les impide tomarlas de acuerdo con su conocimiento local y sus motivaciones privadas, surgen los obstáculos para la recuperación.
Y así como dice Pedro Navaja: La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida; en esta semana que termina hoy conocí a Carlos Miranda Levy, directivo de Relief 2.0 una organización extraordinaria, de voluntarios, que involucrar y facilitarles a las personas su propia recuperación después de un desastre, empoderarlas y conectarlas -y no la ayuda- es lo que le permite a la gente superar, con dignidad, las consecuencias de los fenómenos naturales.
La pobreza se combate con riqueza, dijo Miranda Levy, cuya organización ha prestado valiosa colaboración en situaciones como los terremotos de Haití y Chile; o el tsunami de Japón. Miranda explica que en los lugares de desastres el hecho de reabrir los negocios activa la economía local, el empleo y la autosostenibilidad. Cuestiona, también, la efectividad de la ayuda internacional que no sólo desaprovecha el conocimiento, las capacidades y los recursos de las personas -aunque hayan sido afectadas por desastres enormes- sino que se desperdicia en vehículos de último modelo, o cabañas con aire acondicionado para los cooperantes.
En Guatemala, donde la pobreza es caldo de cultivo para que las amenazas naturales se vuelvan tragedias inmensas, tenemos mucho que aprender de Relief 2.0.