Un satélite, del tamaño de un automóvil, está a punto de perder su órbita para caer a la Tierra probablemente este fin de semana, sin que se sepa exactamente donde. ¡Chispas!; y ¿ahora qué? ¿Van a llover satélites?
En septiembre pasado se cayó otro; con la ventaja de que uno podía seguir su trayectoria y se podía saber en dónde podría caer.
¿Por qué es que el satélite de septiembre podría ser trackeado, y este de octubre no? ¿Podrá, uno, demandar a alguien si un satélite le causa daños, o le mata a alguien? Contra los malos efectos de los eclipses, la gente usa prendas interiores de color rojo; ¿qué se usa contra los satélites que caen?
Una pista de porqué el anterior se podía seguir y este no, es porque el primero era gringo, este otro es alemán.
No se a quien le corresponda, pero supongo que en nuestro ecosistema, sería la Cancillería la que debiera estar viendo esto, junto al Ministerio Público apoyados por el Concyt, a través de la Comisión de Ciencias de la Tierra, el Océano y el Espacio.
Pero cuando vemos que ni un puente puede soportar un temporal, y que no se investiga y procesa a los responsables, hablar de satélites y que se pueda demandar a alguien, es como leer un libro de Julio Verne.
Saludos.