Quienes levantan sus armas contra Libia son merecedores de la muerte, dijo Muamar Kadhafi. El dictador libio también amenazó con limpiar el país casa por casa de quienes se opongan a su liderazgo. Tomaré mi fusil y derramaré hasta la última gota de mi sangre, añadió. Kadhafi llamó a capturar a las ratas.
Trecientos muertos, poco más o menos, son la evidencia de que Kadhafi está hablando en serio. Y sus amenazas ocasionaron la renuncia de numerosos de sus diplomáticos y la de su Ministro del Interior. Libia fue excluida de la Liga Arabe.
Y ahora, adivine usted, quién se sumó a la solidaridad con el dictador libio: ¡Fidel Castro! Ya Daniel Ortega había hecho lo propio…y claro, ¿quién faltaba si no Fidel? Para más señas, en 1998 Kadhafi le dio a Castro el Premio Internacional Al-Kadhafi de los Derechos Humanos, valorado en $ 250,000. ¡Hágame, usted, el favor! Y…adivine usted quien, también recibió dicho premio: ¡Daniel Ortega!