¿Un paso hacia las juventudes revolucionarias?

La retórica estatista los califica de voluntarios; pero la verdad es que, ahora que ya hay un reglamento, los jóvenes guatemaltecos de entre 18 y 24 años de edad estarán obligados a servir durante 728 horas, de sus vidas, a los proyectos que los políticos socialistas y sus funcionarios los destinen.  El texto del reglamento citado está aquí; y el de la ley lo puede ver aquí.

El incumplimiento de esta obligación, mal llamada voluntaria, será castigado con impedimento para integrarse formalmente a la burocracia…lo cual uno no sabe si es castigo, o premio.  A lo mejor si a los chicos se les quita la tentación…A lo mejor.

El reglamento fue publicado hoy, en el Diario de Centroamérica, que es el diario oficial.

La de movilizar miles de jóvenes al servicio de los políticos que controlan el poder no es una idea original de la socialdemocracia chapina.  Regímenes como el de Cuba tienen sus juventudes rebeldes al servicio de la revolución.  Hay juventudes revolucionarias en Nicaragua y Venezuela, por ejemplo.  El tristemente célebre Pavlik Morosov ilustra el caso de uno de esos jóvenes cooptados por el estado para servir bajo el control político de quienes ejercen el poder.  Para más señas, la ley que origina esta nueva práctica, tiene su origen en los pactos de pacificación con la exguerrilla.

Claro que Los Colom no están hablando de juventudes revolucionarias…todavía.  Hablan de servicio social, para no espantar.  Pero usted haga sus cuentas:  Los Colom están haciendo suya la iconografía y los ideales de La Revolución; y en ese contexto, ¿para qué no querrían miles de patojos alineados?  Y por cierto que uno de esos patojos, obligados a servir a los intereses políticos, bien podría ser uno de sus hijos.

Gracias a mi amiga, Lucy, por la pista.

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  1. […] This post was mentioned on Twitter by Eduardo Solares, Luis Figueroa. Luis Figueroa said: ¿Un paso hacia las juventudes revolucionarias? http://luisfi61.com/2010/12/03/%C2%BFun-paso-hacia-las-juventudes-revolucionarias/ […]

  2. Cuando no hay nada que escribir, la paranoia es una buena salida.