Un año después de Rosenberg

Rodrigo Rosenberg fue asesinado ayer hizo un año. Hoy, hace un año, muchos guatemaltecos vieron sus vídeo póstumo por primera vez; y mañana hará un año que miles de guatemaltecos nos volcamos a las calles.

La mayoría de los que salimos a las calles no conocíamos a Rosenberg; pero los señalamientos que había en su vídeo -y eso que no sabíamos lo que sabemos ahora por medio de las noticias de corrupción, abusos e impunidad que todos, todos, todos, los días aparecen en los diarios- nos parecían creíbles y evidentes. Los abusos, la corrupción y la desinstitucionalización del país están tan a la orden del día ahora, como lo estaban en mayo de 2009, sólo que peor.

A 12 meses de aquellos acontecimientos terribles no se ha aclarado el asesinato de Los Musa (que fue el detonante para lo que luego ocurriría con Rosenberg), nada se ha investigado de los negocios sucios y oscuros que señaló el abogado asesinado; nada se ha sabido de cuál fue el papel que jugó el ex ministro Salvador Gándara en todo este asunto y Guatemala sigue siendo ese país en el que siendo uno de mentirosos, el que dice la verdad es un suicida.

A un año de aquellos acontecimientos terribles la socialdemocracia guatemalteca fue rescatada por la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala; los peones de la administración proclaman que el pueblo no tiene derecho a pedir la renuncia de los gobernantes corruptos e ineptos, porque eso constituye golpe de estado; y la Administración se victimiza y hasta se anima a organizar una misa.

En ese ambiente, las causas del Caso Rosenberg, siguen aquí presentes. Y por eso no procede que Alvaro San Nicolás Colom diga que los que se extralimitaron en mayo pasado deberían ofrecerle disculpas. Yo digo que es al revés. La actual Administración debería pedir perdón por no haber entendido la oportunidad que le ofreció el Caso Rosenberg, por no haber atendido el clamor popular por seguridad, justicia, probidad y decencia; y por buscar el enfrentamiento social constantemente. Perdón por utilizar el dinero de los tributarios para promover la potencial candidatura presidencial de Sandra Evita Torres; perdón por las formas, sospechosas y alarmantes, como se están trabajando los temas del Documento de Identificación y del padrón electoral; perdón por dar la impresión de que se sigue usando el presupuesto del estado como un cajero automático personal y se sigue abusando de la gente de la nación.

Hoy, cuando San Nicolás y Evita hayan comulgado, y se hallen de hinojos meditando, será muy bueno que pregunten en sus corazones: ¿Qué hizo posible que miles de personas actuaran como actuaron -sin dobleces- en mayo pasado? ¿Por qué es que miles de guatemaltecos no dudaron en creer lo que denunciaba Rosenberg en su vídeo?; y ¿Por qué es que miles de guatemaltecos no dudaron en darles la espalda a ellos dos? Sería bueno que se pregunten, ¿por qué es que Rosenberg no tenía que comprar manifestantes, y ellos dos sí?

Yo hallé una respuesta posible: nada puede corromper y desintegrar tanto a una cultura o al carácter de un hombre como el precepto del “agnosticismo moral”, la idea de que nunca debe formularse un juicio moral sobre los demás. Que uno debe ser moralmente tolerante con respecto a todo, que el bien consiste en no diferenciar el mal. Esta frase, de Ayn Rand, puede explicar por qué es que el pueblo, harto, reaccionó en mayo pasado. Es posible que, por un rato, los chapines hayamos decidido que no íbamos a seguir siendo moralmente agnósticos y que no íbamos a permitir la corrupción y la desintegración de nuestra sociedad y carácter. Lástima que sólo fuera por un rato.

La foto es de una de las manifestantes oficialistas que fueron enviadas frente a la Casa Presidencial, durante la gesta del 12 de mayo de 2009. Parte de esta entrada fue publicada en el diario Siglo Veintiuno.

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  1. Carlos Aguilar

    Excelente artículo. Creo que los Colom nos deben disculpas a los guatemaltecos, y no al revés. No hay nada más repulsivo que ver a esta pareja de ladrones asumir la postura de mártires y de líderes espirituales. (Como cuando Sandra habla de la "espiritualidad" que le anima en repartir pisto ajeno.) Ni la planta esmirriada y sufrida de su marido convence. Sería mejor que solo robaran sin tales afectaciones, como lo hacía Portillo, cuya imagen estos dos villanos están rehabilitando en terminos comparativos.