Los absurdos de la economía dirigida

El domingo fui a la Despensa Familiar en busca de azúcar y no encontré; entonces me fui a La Torre y ahí tomé compre tres de las 12 ó 14 bolsas que había. Cuando ya estaba en el auto me acordé que no tomé foto para este espacio y ahora lamento mucho no haberlo hecho.

Todo viene a que el azúcar está escaseando en el mercado -desde hace varios días-; y, si viviéramos en un país libre, en el momento en el que la gente hubiera detectado la escasez, el edulcorante hubiera sido traído desde quién sabe dónde. Puede ser que hubiera venido a un precio distinto al que se ofrece normalmente; pero seguramente alguien se hubiera dado cuenta de que había una necesidad, y de que era buena idea satisfacerla.
Pero no vivimos en un país libre. El azúcar está escaseando y el Ministerio de Economía está analizaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaando si autoriza, o no, que los guatemaltecos importen azúcar. Claro que esto no viene de la nada. La Cartera citada administra y dirige el mercado de azúcar porque este está protegido. Protegido, ¡por supuesto!, para aquellos que tienen el dinero suficiente como para conseguir que la ley y el estado los protejan.
En 1848, Carlos Marx recomendó diez medidas que, aunque de momento parezcan económicamente insuficientes e insostenibles, en el transcurso del movimiento serán un gran resorte propulsor y de las que no puede prescindirse como medio para transformar todo el régimen de producción vigente; y la novena de esas medidas es la articulación de las explotaciones agrícolas e industriales.
Uno puede pensar que esta planificación y control del mercado del azúcar para que nunca sea desabastecido el mercado local (y sin embargo, no hay azúcar nacional); o para que no entre azúcar competitiva de otros lugares (y sin embargo, ya aparecerá el azúcar de afuera) es consecuencia de aquella aspiración del socialismo real en cuanto a dirigir la economía. Empero, íntimamente relacionada con aquella arrogancia, está la práctica mercantilista -propia del crony capitalismde no comer, ni dejar comer.
No hay nada moralmente malo en que las personas vendan sus productos en donde les den un mejor precio; y de hecho, !¿qué podría ser mejor?! Por eso, es bueno que si los azucareros pueden conseguir mejores precios más allá del Suchiate, pues que vayan y vendan allá su azúcar. Y por otro lado, nada, ni nadie debería impedir que los chapines compráramos nuestra azúcar en Brasil, los Estados Unidos de América, India, Australia, Tailandia, en El Salvador, en Honduras o donde fuera. ¡Ah!, pero eso sería sólo si viviéramos en un país libre. Y como no…pues, la gente se friega y no hay azúcar. Y encima se está hablando de racionamientos y de precios tope. En un descuido y todo esto nos arrastra, de nuevo, a los años 70.

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  1. Carlos Aguilar

    LuisFi, excelente análisis. Éste es uno de esos casos donde queda claro que los liberales no están del lado de los "empresarios", como va la acostumbrada acusación. Históricamente, a las grandes empresas les encanta el gobierno porque las protege de la competencia, ya sea con aranceles o con regulaciones que sólo ellos están en capacidad de cumplir. El que paga el pato siempre es el consumidor. Por mi parte, voy a comprar Splenda porque ya estoy harto de este cartelito voraz.