Homenaje al bacalao

Hoy, mientras almorzábamos el tradicional bacalao a la vizcaina, unos eramos partidarios de comerlo una sóla vez al año, en tanto que otros eran de la opinión en que se debería comer con más frecuancia.

En Guatemala, el bacalao es el plato tradicional del Viernes Santo; y a mí me gusta esperar todo el año para gozármelo. Es que no me gusta trivializar las cosas buenas.
En casa lo preparamos con aceite de oliva abuntante, con tomates, cebollas, ajos y chile guáque asado, y con pimientos morrones, aceitunas y alcaparras.  La clave es usar cantidades generosas de aceite de oliva; y a mí me gusta comerlo con arroz, acompañado por pan francés de horno de leña y un buen tinto.

En la foto hay dos bacalaos distintos.  El de la izquierda lo trajo mi tía Ana María y es el que hace la esposa de su papá; en tanto el de la derecha es el que hicimos en la casa.  Y como dicen Les Luthiers, Alabado sea el lenguado, y el bacalao alabao.

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