No es la lucha de uno, es la lucha de todos

Es una lástima que la oposición a la servidumbre que generaría la aplicación de la Ley de Fomento para el Cultivo de Granos Básicos, esté siendo planteada como un enfrentamiento entre el agro y la administración. Prensa Libre destaca Pulso entre gobierno y agro por cultivo forzoso; Siglo Veintiuno dice La Cámara del Agro advierte que emprenerá acciones legales; y El Periódico anuncia que La Cámara del Agro rechaza la aplicación del decreto que los obliga a destinar el 10 por ciento de la extensión de las fincas para producir granos básicos.

Porque es de interés colectivo que los derechos individuales prevalezcan sobre los intereses colectivos; y no al revés, la oposición contra esta imposición debe ser de todos los que entiendan el valor de la libertad y de la propiedad como derecho individuales.

Aunque el uso de la coerción para alcanzar objetivos políticos, aún en violación de los derechos individuales, es una práctica común entre pipoldermos de los más diversos colores; esta práctica extendida debe encontrar un ¡Hasta aquí!, antes de que cunda como cáncer. Hoy es la obligación de sembrar granos, y mañana será la prohibición para importar ciertos bienes, o la obligación de
emitir obligaciones financieras, o la de manufacturar ciertos productos.

Como la libertad se pierde poquito a poco, y como tendemos a no preocuparnos cuando la libertad la pierden los otros, para los pipoldermos es fácil ir tomándola. La mejor defensa, empero, es que la sociedad cierre filas contra el avance de las regulaciones y las normativas que violan los derechos individuales.

No hay que engañarse con una presunta dicotomía entre la solidaridad y el ejercicio de los derechos individuales. El presidente socialdemócrata, Alvaro Colom, pretende hacernos creer que el uso de la fuerza para obligar a otros a hacer cosas que no harían en su sano juicio, no es intrínsecamente malo. De hecho, ha dicho que “es cosa de responsabilidad, no es cosa de propiedad privada; no estamos obligandoa nadie, es lo que manda la ley”.

El lenguaje surrealista que usa el mandatario es una manipulación y lo triste es que no falta quién se la trague. Ninguna supuesta solidaridad, y ninguna supuesta responsabilidad debe basarse en que los intereses colectivos tengan primacía sobre los derechos individuales. En el momento en que eso ocurre, el cáncer destroza el tejido social. Y eso, ¡No puede perjudicar más a los intereses de todos! Esta no es una lucha de unos, sino de todos; pero no es una lucha de posiciones, ni de porcentajes, sino de principios.

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  1. Jonathan Boarini

    Este mandato de obligar a cultivar talvez parezca bien intencionado para algunos, pero me da miedo, verdadero miedo. Es el tipo de idea que veriamos en Zimbabwe o en Cuba. Me da miedo por la implicacion que el estado es quien lo decide todo, quien tiene el monopolio moral y la sabiduria infinita, y nosotros somos las marionetas quienes debemos obedecer. Y esa frase que le llamo la atencion a usted de “no estamos obligando a nadie, es lo que manda la ley” es espeluznante. Pocas veces he escuchado algo tan perverso en tantos niveles.