Cuando uno era chico, uno de los personajes más desagradables que uno se podía encontrar era aquel vecino, o condiscipulo que, dueño de la pelota, del guante, o del bate, agarraba sus cosas, hacía berrinche y se iba, cuando perdía el juego, o cuando el árbitro fallaba en su contra.
Así se ve, ahora, Rigoberta Menchú; que luego de haber perdido estrepitosamente las elecciones, ¡hasta en su propio pueblo y entre su propia gente!, nos sale hoy con que “Estas elecciones no pueden ser legítimas”.
Desde 2003, los comicios guatemaltecos han demostrado que algunos ídolos tenían pies de barro. Tal es el caso de la memoria de Jacobo Arbenz, cuyo hijo obtuvo 1.52% de los votos; o el caso del difunto dirigente guerrillero, Rodrigo Asturias, que sólo consiguió 2.58 de los sufragios. Por cierto que en esa eleccion iconoclasta, también cayó el mito de Ríos Montt, que fue favorecido por un magro 19.32% de los electores. Y en 2007, Rigoberta Menchú y los otros dos candidatos exguerrilleros, no juntaron (entre todos) ni el 6% de los votos válidos.
Yo digo que en lugar de hacer berrinche y de actuar como en la barricada; la señora Menchú (y la izquierda exguerrillera) deberían enfrentar el gran reto que se les presenta: convencer a los ciudadanos de que la suya es la mejor opción, en el marco del ejercicio democrático y con respeto a las leyes y a los procedimientos republicanos.
Comparto con ella la idea de que en estos comicios no hay por quién elegir; y comparto con muchos la idea de que es menester reformar todo el sistema porque el que tenemos ya no responde a las necesidades de la evoulción de la sociedad guatematleca. Estoy seguro de que gane quien gane, el país seguirá en picada si no reformamos la Constitución de modo que garantice absolutamente el respeto a los derechos individuales y la igualdad de todos ante la ley.
Pero una cosa es proponer la reforma del sistema; y otra cosa es minarlo y deslegitimizarlo a fuerza de pataleos…y de todos modos, ni es su pelota; porque con 3.09% de votos a su favor (compartidos con el liderazgo de Nineth Montenegro) la señora Menchú no puede decir “con justicia” que tenga algún peso político.