Hoy se confirma que hay por lo menos 27 usurpaciones de tierras en áreas protegidas, en Guatemala. “De continuar la ola de usurpaciones que está penetrando sitios arqueológicos y reservas de bosque virgen, la tercera parte del país con cobertura forestal está en peligro de desaparecer, y con ello los servicios ambientales como la producción de agua”, dicen las noticias.
Lo que me llama la atención es que Yuri Melini, ambientalista directivo del Centro de Acción Legal Ambiental Social de Guatemala, reconoció que los invasores “no son comunidades, son grupos que trabajan para el poder paralelo”. Lo interesante de las declarlaciones de Melini (que no es vocero de la plutocracia, o del ejército, o de los neoliberales) es que que ponen en evidencia lo que ya se sabe; pero, que pocos reconocen: que los invasores no son campesinos comunes y corrientes, que las usurpaciones son actos deliberados que forman parte de algún tipo de esquema, que el poder paralelo es diverso.
El 20 de marzo pasado conté cómo es que unos visitantes habían visto chavistas uniformados hablando con grupos de campesinos en Petén. A lo que está ocurriendo en términos de usurpaciones, de secuestros de policías y de turistas, de lo que vieron los visitantes y de lo que dijo Melini, hay que ponerle atención.