Durante muchos años, posiblemente entre finales de los 70 y principios del siglo XXI, un toro parecido a este anunció un restaurante en San Lucas Sacatepequez, Guatemala. El toro, que seguramente era de fibra de vidrio y estuvo pintado de negro, ¡y hasta de rosado!, era conocido como El toro de San Lucas.
Pero aquel toro no siempre estuvo en aquella población; antes de que se trasladara allá, el semoviente anunciaba el restaurante La Parrillita, que en los 70 y posiblemente también en los 60 estaba localizado en la Plaza España de la ciudad de Guatemala.
Como muchos de mi generación recordarán al toro de San Lucas, pensé que era buena idea tomarle foto a este que encontré en Boston.
En la ciudad de Guatemala, aquel toro no era el único ícono publicitario de esa naturaleza. Había un zapato enorme en la 18 calle y 10 a. avenida de la zona 1, y su gracia era que tenía la parte de enfrente abierta y mostraba los clavos. También estaban la pistola y el vaquero de El Pistolón, a inmediaciones del Mercado Central. La gracia del vaquero, y lo que lo fascinaba a todo niño, era que estaba pintado de tal forma que no importa para donde se moviera uno, el vaquero siempre le estaba apuntando.