06
Ago 08

Violencia y agresividad de la CONIC

Es una lástima que no pueda poner la foto de la portada de Prensa Libre de hoy, porque no está en su sitio Web. En ella se ve a un miembro de la Coordinadora Nacional Indígena y Campesina cuando le da un puñetazo a Otto René Menchú. El integrante de la CONIC era uno de los “manifestantes” que, ayer, bloquearon la ciudad. ¿Y Menchú? El sólo trataba de salir el bolqueo.

Ya es bastante malo que la dirigencia popular ensucie paredes, destruya propiedad ajena y perjudique el tráfico en la ciudad con los consiguientes daños para quienes necesitan desplazarse libremente, como para que, ahora, los “manifestantes” ejerzan violencia física directa contra los que se ven afectados por sus actividades, o contra quienes no comparten sus exigencias.

La dirigencia popular no se mide; y esta no es la primera vez que sus “expresiones” degeneran en actos de violencia que son francamente intolerables; eso, sin contar, con que esa gente amenzaza con “tomar carreteras, edificios públicos y, sobre todo, aeropuertos”.

Menchú no fue el único agredido por la gente de la CONIC. en la zona 1, los “manifestantes” lesionaron a cinco menores y un adulto que se conducían en un taxi. Imagínese usted lo que debe haber sido, para esos chicos, estar entre la canalla enardecida y ver cómo la turba golpeaba y destruía los vidrios del vehículo en el que se transportaban.

Pero la culpa no la tiene el loro, sino el que le enseña a hablar; porque tanto la administración, como los medios de comunicación, no distinguen entre el derecho a manifestar, y el tipo de actividades violatorias de derechos ajenos y violentas que caracterizan a grupos como la CONIC.

Un derecho, para serlo, tiene como característica sine qua non, que no viola derechos ajenos. Por lo tanto, en el momento en el que grupos como el citado bloquean vías, destruyen propiedad ajena y golpean a terceros, ¡en ese mismo momento dejan de ser manifestantes y se convierten en delincuentes!

Comentario aparte merecen las exigencias absurdas de la CONIC, cuya dirigencia demanda que 68% del poder político sea para indígenas porque consituyen ese porcentaje de la población. La CONIC acusa a Alvaro Colom (que es sacerdote maya) de ser el responsable de la baja cosecha porque “los granos importados no llenan los requisitos culturales y porque la cosecha local no ha recibido el cuido (sic) cultural puntual”.

Los dirigentes de la CONIC piden la importación de azúcar y jabón porque entienden que la competencia podría hacer que bajen los precios locales; pero, como lo haría un empresaurio mercantilista, piden que la administrción prohiba la importación de granos (porque ellos los producen).

La dirigencia del CONIC pide que la administración aplique prácticas propias de los gobiernos de Arana, Laugerud y Lucas, mediante la regulación de los precios de los alimentos, la educación, la salud, la energía eléctrica, los combustibles, los materiales de construcción, los insumos agrícolas y el transporte urbano. Y también pide la nacionalización de las empresas de electricidad y telefonía, entre otras. Curiosamente hacen esto ahora, que hasta los más pobres tienen teléfonos baratos al cinto, y olvidan que, cuando la telefonía era estatal, había que esperar cuatro años y pagar mordidas, para conseguir una línea.

Con una dirigencia violenta, atávica y oportunista…¿hacia dónde van el indigenismo y el agrarismo chapines?