Con la captura del general Eduardo Arévalo, y con la resolución judicial que permitirá que la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala sea querellante en el proceso que se sigue contra el expresidente Alfonso Portillo, se empieza a cerrar -nuevamente- el cerco para aquel exfuncionario.
Alfonso Portillo es el niño símbolo de la impunidad; y su escandalosa administración que sólo fue telonera de la de Los Colom, se enfrenta a las consecuencias de la corrupción y del abuso que la caracterizaron.
Cuando Portillo esté tras las rejas, el mensaje para sus sucesores en la actual administración será bien claro: el mal uso que hicieron, del dinero de los tributarios, ¡va a ser castigado!
Pero…¿y qué tal si un día de estos Castresana se cansa de luchar contra la corriente? ¿Qué tal si se da cuenta de que no es que la Cicig sea la gran cosa, sino que casi todo depende de él? ¿Qué tal si agarra sus tujas y se va? ¿Se irá discretamente para no meneallo, o denunciará con pelos y señales los alcances de la costra nostra?