¿Saben qué me partió el alma hoy en la mañana?
La foto de portada de
Prensa Libre de hoy. Ahí están José Rosales y Sonia Morales, padres de Anthony Josué, el niño de 2 meses de edad que
murió como consecuencia de la jornada de delincuencia de ayer. En el momento de la fotografía, el bebé no había muerto aún, y sus padres pasaban por esos espantosos momentos de angustia, en los que la incertidumbre es casi inaguantable.
Claro que en esta orgía de delincuencia incontenible, casi todo muerto le duele a alguien; pero a mí siempre me conmueve la muerte de alguien jóven y mucho más si es un tierno de aquella edad. Y el corazón se me hace un nudo de sólo imaginar lo que pudieran estar sintiendo sus padres.
Y si dan congoja y rabia las muertes de jóvenes y niños cuando son por causas naturales; más la dan cuando sus fallecimientos se deben a la irresponsabiliad de quienes debería velar por la seguridad ciudadana y por la justicia. Irresponsabilidad que a lo largo de los años ha resultado en una impunidad generalizada, injustificable porque muchos recursos y mucha energía se desperdician en
asuntos de ninguna importancia, en tanto que la vida, la libertad y la propiedad de la gente está a merced de criminales.
Anthony Josué murió porque un desalmado actuó a sabiendas de que podía hacer lo suyo, sin tener que enfrentar la responsabilidad penal de su acto. Es la impunidad lo que literalmente nos está matando. Y los muertos, según Alvaro San Nicolás Colom, son rumores y son sólo una guerra psicológica.