16
Feb 08

¿Qué clase de gallinas somos?

1.- ¡¿Qué clase de gallinas somos?! Alguien envía un correo electrónico desde alguna oficina y, como en un gallinero, los cacareos son ensordecedores.

La semana pasada circularon e-mails acerca de la supuesta quiebra del Banco Agromercantil, y el sistema financiero chapín fue puesto en jaque. ¿Qué dice esto, de la sociedad chapina?
Que haya un canalla capaz de iniciar aquellos rumores, no me extraña, pero lo que es embarazoso es que miles de personas estén dispuestas a ser cómplices, mediante el reenvío de los correos. ¿Saben qué voy a hacer la próxima vez que algún lector, conocido, amigo o pariente me mande uno de esos correos? Voy a publicar su nombre en http://luisfi61.blogspot.com/ Así voy a ayudar a ser responsables de sus acciones a los que, sin usar un poco de sentido común —ya sea de buena o de mala fe— colaboran para que funcione el terrorismo financiero.

Dado que la superintendencia correspondiente goza de una credibilidad que se cuantifica en números negativos, ha sido necesario que los clientes del banco perjudicado salgan en defensa de aquella organización bancaria. Uno mira los diarios y se encuentra con páginas de campos pagados cuyo precio es de por lo menos Q14 mil 500 cada uno. El total de estos gastos es escandaloso, si se toma en cuenta que no tendrían razón de ser si los chapines fuéramos un poco más responsables, o si la vez anterior, cuando ocurrió algo parecido con otro banco, alguien hubiera ido a parar a la cárcel por generar los correos pusilánimes.

Quizás los chapines deberíamos ser más creativos y positivos con nuestra capacidad de participación ciudadana. En vez de ser happy triggers para reenviar campañas negras, bien podríamos dejar claro que no toleraremos un alza a los impuestos, que nos indigna el desperdicio de recursos en el Congreso, o que urge una reforma constitucional integral que restituya el estado de Derecho. Usted no me crea, pero un cuate me contó que como consecuencia de los correos citados, una maestra reunió a los padres de familia de una escuela y les dijo que, si tenían cuentas en el banco citado, deberían cerrarlas. ¡No frieguen, muchá; hay formas más positivas de ejercer el liderazgo! ¡Hay causas más dignas de tanta energía!

2.— Armas sin registro: el viernes leí que en 85 por ciento de los delitos que son cometidos en Guatemala se usan armas que no están registradas. Pero ¿qué clase de delincuente pendejo registra su arma para luego salir y cometer crímenes?

Mi punto es que en la queja del Departamento de Control de Armas y Municiones, puesta como está, llevaría a pensar que un incremento en la calidad del registro de armas disminuiría la comisión de delitos mediante el uso de armas no registradas. ¡Y no es así!

La noticia nos revela que, aunque el Departamento de Control de Armas y Municiones (Decam) existe desde finales de los años 1980, en realidad es una dependencia inútil por su incapacidad técnica de cumplir con su cometido básico. Y la pregunta es: si no puede llevar registros apropiados, ¿para qué existe? ¿Para qué finge llevar registros, del todo?

Este es un mal típico de la administración pública. El Tribunal Supremo Electoral (TSE) regula lo relacionado con los comicios, pero a la hora de hacerse respetar, como en el tema de la propaganda electoral, o en el del financiamiento de los partidos, el TSE es el hazmerreír de los políticos. El Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, que debería de proteger a viudas y lisiados, no es más que la cueva de Alí Babá.

¡El colmo es que el Decam no tiene registradas, ni siquiera, las armas de la Policía y del Ejército! Este es otro caso de cómo es que la administración da el mal ejemplo y por eso carece de autoridad alguna para hacer que se cumpla la ley.

Al final, la solución para la violencia armada no es solo que haya un registro eficiente, y mucho menos que se prohíban las armas. Como los delincuentes prefieren víctimas desarmadas, parte de la solución es que los ciudadanos honrados puedan portar armas ocultas.

Publicada en el diario Prensa Libre, el sábado 16 de febrero de 2008


20
Dic 07

Pero, ¿en qué cabeza cabe?

“Las armas deben estar en manos de las autoridades, y no de civiles”, dijo el presidente guatemalteco Oscar Berger. El mandatario tuvo el tupé de asegurar que los organos de seguridad del estado pueden garantizarles plena seguridad a las personas; y que los civiles con recursos deberían pagar por aquella seguridad, como pagan seguridad particular.

¡Como no, Chon! La gente que puede, paga seguridad privada porque el estado de Guatemala es incapaz, totalmente incapaz, de garantizar un mínimo de seguridad ciudadana. Berger, como siempre, hace gala de…¿de qué? ¡Por Dios! ¿Y los que no podemos? Estamos a merced de los delincuentes, de los policías que son sus cómplices y de la ineptitud del Ministerio Público y de los tribunales de justicia, o de la del sistema carcelario. No joda, Presidente. Los impuestos que nos quitan deberían de servir para esa seguridad que usted no sabe que su administración fue incapaz de proveer. Deberían servir para eso, y no para piñatizarlos, no para servir a grupos de interés que viven del presupuesto del estado.

Por otro lado, hay dos razones muy de peso para que los civiles podamos tener y portar armas, sin tener que depender del estado:

La primera es que con ello se evita la concentración del poder; y, si fuera necesario, nos permite a los tributarios y electores defendernos de los eventuales abusos de poder que podría cometer un estado que tuviera el monopolio absoluto de las armas. ¡Que conveniente sería, para una tiranía, que los civiles no estuvieran armados!

La segunda es que, créalo o no el Señor Presidente, los delincuentes no le van a hacer caso y ni van a entregar sus armas, ni van a legalizarlas. ¿En qué cabeza cabe que los criminales van a rendir sus armas cuando la ley se los requiera? Talvez esto le sorprenda, don Oscar; pero los delincuentes generalmente utilizan armas ilegales.

En todo caso, recuerde que los delincuentes prefieren víctimas desarmadas.


19
Dic 07

¡Que hijo de perra!, con perdón de las perras

Juan Hernández le bocinó al piloto de un picop que se le atravesó con imprudencia en la calzada Atanasio Tzul, en Guatemala; pero esa acción produjo la ira del sujeto, que terminó por dispararle. Hernández y su hija de 3 años resultaron heridos.

¡No jodan! Este no es el primer caso de estos que conozco. Me enoja mucho porque frente a mi casa, todos los días, docenas de personas se meten contra la vía y ponen en peligro la vida y la integridad de quienes circulamos como es debido y vivimos por ahí. Yo reacciono mal en esos casos. Generalmente me pongo a media calle y no los dejo pasar; o les pongo las luces altas. Lo hago porque me sacan de quicio la irresponsabilidad y el abuso.

Pero una cosa es poner en su lugar a los abusivos, y enseñarles el dedo; y otra es tener que agachar la cabeza frente a ellos porque podrían dispararle a uno. ¡Joder!, lo hacen porque saben que existen pocas posibilidades de que les respondan a tiros. Delincuentes como el que agredió a Hernández y a su hija no serían tan gallitos si la gente decente pudiera defenderse. Bien dicen que los delincuentes prefieren víctimas desarmadas.


16
May 07

¿Debería haber una ley?

Leo hoy que el negocio de copias ilegales ha aumentado, que la piratería de software para computadoras, en Guatemala, crece y crece. Aquello ocurre a pesar de que hay una ley específica que persigue la piratería. Aquello ocurre a pesar de que hay un grupo de interés muy activo persiguiendo a los piratas. Aquello ocurre a pesar de las amenazas, de las inspecciones y de los operativos policíacos.

¡Pero si hay una ley específica que castiga la piratería! ¿Cómo es posible que esté sucediendo aquello?

Mmmmmmmmmmmmm, talvez no hay relación directa entre la existencia de una ley específica y la eliminación de las actividades que aquella persigue. Talvez a esta ley le pasa lo que le ocurre a la ley anticapuchas, o a la ley que castiga la reactivación de teléfonos móviles. Talvez a estas leyes les pasa lo que le pasaría a una ley que regule mas intensamente la posesión y portacion de armas para la defensa propia. Talvez los piratas y los delincuentes se rían de estas leyes. Talvez la gente decente quede indefensa. Porque el estado es incapaz de garantizar la seguridad, de la misme forma en que es incapaz de evitar la piratería, la reactivación de móviles robados, o el uso de capuchas.

Talvez ocurre que las leyes deberían ser respetables, antes de ser muchas.


15
May 07

Los delincuentes obedientes

Ayer, el presidente Oscar Berger participó en la destrucción de unas 1000 armas que estaban en custodia del Organismo Judicial desde hace 16 años. Berger dijo que “quisiéramos vivir sin las armas; precisamente hoy (ayer) hablé con el vicepresidente del Congreso sobre el tema de la inciativa de ley de armas y me dijo que está en agenda”.

Lo que necesitamos es una ley de armas y seguro que los delincuentes, obedientes, van a entregar las suyas, parecen creer algunos; y ¡sí, pues, ya vas!, digo yo.

Carmen Rosa De León, de la Comisión para la Destrucción de Armas, apoya la iniciativa y estimó que en Guatemala hay un millón de armas sin registro y que 250 mil tienen licencia.

Y yo apuesto una ceja a que los delincuentes no registran sus armas.

Si quiere ver algo inteligente sobre las armas por favor vea este reportaje, en inglés.