Hay cosas muy feas y peligrosas pasando; y aunque ocurren lejos deberíamos prestarles atención: la captura de Pavel Durov, en Francia; la ofensiva contra la libertad de expresión, en el Reino Unido; y la prohibición de que se escuchen las voces femeninas en Afganistán.
Es cierto que aquí en la aldea ha empezado el proceso de argentinización de Guatemala a manos de la mala simiente;pero aquellos tres hechos hay que dejarlos pasar.
Aunque Pavel Durov, el CEO de Telagram ha sido acusado de 12 cargos el presidente Emanuel Macron asegura que su captura no es de orden político, lo cierto es que da la impresión de que la Unión Europea quiere acabar con Telagram y de que quire tener acceso ala información confidencial de los usuarios de aquella red. A diferencia de lo que Mark Zuckerberg hizo -al entregar toda la información que le exigieron los gobiernos- Durov ha protegido a los usuarios de Telegram.
Mientras aquello ocurre en Francia, en el Reino Unido -la tierra de John Locke, David Hume, Adam Smith y otros de esa talla- es posible decir que ese ya no es un país libre. Esto es porque la libertad de expresión está bajo ataque directo, recientemente por medio de la Online Safety Act que penaliza y perimite el uso de la fuerza pública para perseguir y capturar a personas que informan de forma diferetne a las versiones oficiales de los hechos. ¿Cómo? mediante el uso del concepto de fake news.que es un concepto ambiguo y que puede prestarse a arbitrariedades con facilidad. En el Reino Unido puedes ir preso por compartir el meme incorrecto según las autoridades.
Finalmente el Talibán promulgó una ley que prohibe que las mujeres muestren sus caras y prohibe que se escuchen voces femeninas en público. ¿Te acuerdas de cuándo había quienes decían que ahora iban a ser moderados? Las burkas ominosas ahora deben cubrir completamente las caras de las mujeres en lo que puede calificarse, sin temor a aquivocarse, como la deshumanización y la erradicación de la existencia de las mujeres. ¿Así, o más indignante? Sin caras y sin voces, las mujeres resultan menos que cosas.
¿Te acuerdas de cuando Susanita, la de Mafalda, leía las noticias y exclamaba, que por suerte el mundo queda tan lejos? Pues, no, el mundo no queda lejos y los ataques contra la libertad de expresión y la barbarie islamista como mínimo, deberían tocar nuestras conciencias.