El concierto No. 1 en si bemol menor, para piano y orquesta, Op. 23, de Piotr Thaikovsky, fue interpretado magistralmente por Alexander Kobrin en compañía de la Orquesta Festival, bajo la batuta de Héctor Guzmán.
A mi, el primer movimiento de ese concierto siempre me conmueve; y anoche, en la Universidad Francisco Marroquín, gracias al Departamento de Artes Escénicas, no fue la excepción. Kobrin sabe cómo conectar emocionalmente al público con la música, el autor, el piano y a sí mismo como intérprete. ¡Me gozo tanto cada uno de los cuatro movimientos!
Alexander Kobrin ganó la Medalla de oro Nancy Lee/Perry R. Bass en la Competencia Internacional Van Cliburn en Fort Worth, Texas; y, de hecho, la BHBC lo ha llamado el Van Cliburn de hoy. También ha ganado premios en la Competencia internacional de piano Busoni, en la Hamatsu, en la Scotish International Piano Competition y en la comeptencia de piano Chopin. Esta fue su primera presentación en América latina y es un pedagogo muy respetado y valorado.
Además es buena gente. Tuve el gusto de visitar con él el Museo Popol Vuh, la exhibición del Lienzo de Quauhquechollan y la sala de colecciones especiales de la Biblioteca Ludwig von Mises.
La fiesta de anoche incluyó la Sinfonía No. 5 en do menor, Op. 67 de Ludwig van Beethoven. ¡Chanananaaaaan! ¡Chanananaaaaan! Aún siendo tan mediática, no pierde su fuerza y su carácter. He de confesar que los movimientos dos y tres no me emocionan tanto, con excepción de los últimos cuatro, o cinco mintos del tercer movimiento.
A estas dos obras les tengo mucho cariño porque a finales de los años 70 mi abuela, Frances, me regaló sus LP de música clásica. Dos de los discos que llevé primero a mi casa fueron: La Quinta sinfonía de Ludwig van; y el concierto No. 1 de Thaikovsky, por Van Cliburn y Von Karajan.
En Youtube no encontré a Korbin interpretando el Concierto No. 1 de Thaikovsky; pero hallé este de Rachmaninov.
El concierto de anoche concluyó con una ovación de pie -y atronadora, con gritos y todo- para Alex, la orquesta y Héctor. Alex tuvo a bien ofrecer dos encores y me fui a casa contento, y dormí como un tierno.