Ayer me dio por comer tomates verdes fritos, como en la película; así que el sábado fui a buscar tomates verdes…y no los había. No los hubo en el supermercado A y no los hubo en el supermercado B. En el mercado -con Pedro, mi marchante- conseguí dos que ya dejaban asomar algo de rojo tenue en sus cáscaras; pero que estaban bien firmes y duritos. ¡Me llevé esos!
Los rodajeé y luego los pasé por un poco de harina para luego remojarlos en una mezcla de huevo, crema y yougurt (para que pareciera buttermilk). Acto seguido los rebocé en una mezcla de harina de maíz y harina de trigo sazonada con sal y pimienta, para luego freírlos en aceite de maíz.
Salieron riquísimos-calientitos y bastante crujientes- y tengo ganas de hacerlos otra vez. Además debo trabajar más en las mezclas para que la corteza me salga más pareja.
…y, si no has viso la peli, te la recomiendo.