Lo que más me llamó la atención sobre Memorias de Brujas fue la elección del color del cielo —que mi teléfono no captó exactamente—. Es el de la hora azul, y dispuse que es la hora azul de la mañana y no de la tarde. Es un color azul que atrapa y encanta. ¿Se vale decir que es un color azul que embruja?
A diferencia de la hora azul de la tarde, que es precedida por la hora dorada, la hora azul de la mañana es seguida de la hora dorada, y es cuando la vida empieza en las calles. Memorias de Brujas capta esos instantes previos a que la gente salga de sus casas y llegue a sus negocios. En un instante (tres, dos, uno), esa calle vacía y casi suspendida en el tiempo se llenará de vidas para cumplir su raison d’être y dejar atrás el silencio visual que nos tocó presenciar.
La autora de Memorias de Brujas es Paulina Dávila, de quien te he compartido obras en otra ocasión.. Esta fue presentada en una exposición colectiva del estudio de arte de Eva Salazar, una muestra que reúne obras de diferentes artistas en variedad de técnicas y formatos. Las obras hablan de cada uno de ellos, de su mundo, de lo que les gusta, de sus intereses, de lo que observan, de lo que aman, de quienes son. ¡Me alegra mucho cuando jóvenes como Paulina se interesan en las artes!
Es cierto que las obras hablan; y, para apreciar toda obra de artes plásticas, me encanta usar el método de Luc Travers, que consiste en tratar a la obra como si fuera el cuadro de una película. Algo ocurrió antes y algo ocurrirá después del cuadro que estás viendo. Imagina que ves personas o hechos reales. Describe para ti la escena que ves y toma nota de que los detalles son importantes. Conéctate personalmente con lo que ves. Dale voz al personaje e imagina qué estaría diciendo. A mí, este método me ha ayudado muchísimo a apreciar mejor muchísimas obras de arte, sobre todo aquellas con las que comparto sentido de vida.
En la exposición hubo otras obras que me llamaron la atención:
Mirada interior, de Adriana Flores. Me encantó el ojo único, cuidadosamente detallado; y me invita a pensar en qué emociones transmite.
Gabriel, de Tita de Ojeda. Como la obra anterior, me impresionó el nivel admirable de los detalles y que el retrato transmite introspección.
y Camino de Belu Valdéz. Esta obra me transportó a mis aventuras en sitios arqueológicos, particularmente a El Soch, que es un lugar encantador. Casi sentí la humedad, la frescura y los aromas de la selva.
La exposición, por cierto, está en el Museo Ixchel.