Me costó alguito pensar en qué iba a decir de Isabel II; en parte porque la pérfida Albión se robó Belice, y en parte por algo que voy a contar abajo.
A finales de la década de los 70 me dio por coleccionar fotos autografiadas de jefes de estado y de jefes de gobierno. Tengo la de Rainiero y Grace, de Mónaco; la de Augusto Pinochet, de Chile; la de la emperatriz Farah Pahlevi, de Irán y la de Anwar el Sadat, de Egipto, entre otras. Pero cuando le escribí a la Reina de Inglaterra no recibí más que un poster genérico. Luego se acaloró lo de Belice y saqué el poster en cuestión del álbum en que guardo las fotos autografiadas.
Además no soy muy monárquico que digamos…excepto porque viviendo en una sociedad en la que muchas personas odian el pasado -hasta el punto de destruir sus símbolos y querer borrarlos- puedo valorar la tradición y las conexiones entre generaciones. Puedo valorar los símbolos y los puentes que tienden entre personas de contextos nacionales, étnicos y religiosos diferentes.
Sin duda alguna y diferencias aparte, Isabel II cumplió a cabalidad con el rol que no le tocaba, ni había pedido. De ahí el valor de la aristocracia y el de la monarquía enraizada en sociedades como la británica y la japonesa, por mencionar dos.
Las monedas, por cierto, fueron obsequio de mi abuela, Frances. One Penny y Half Crown, de 1967 y Two Shillings, de 1956, todas del viejo sistema monetario británico, previo al sistema decimal que data de 1971.
Lilibeth falleció el 8 de septiembre de 2022.