“El palacio de Joe” una peli para ver

 

Me sorprende mucho que El palacio de Joe no esté mejor calificada.  La peli explora los límites y los horizontes de la acción moral y se deja ver.

En dos platos, es la historia de Joe Dix un adolescente que llega a cuidar la casa de Elliot Graham un billonario misterioso y recluido que no vive en la casa familiar, pero la mantiene bien cuidada.  La casa y la familia de Graham tiene un secreto que Ellliot busca descubrir.  ¿Qué harías si tuvieras una magnífica mansión en el centro de Londres para ti?  ¿Qué harías si tuvieras carte blanche para gastos como cuidador de la casa? ¿Cuándo vas a meter la pata? ¿La metes?

Es cierto que por momentos la peli se pone lenta y es cierto que Joe desespera a ratos; pero es una buena historia que rescata aquellas debilidades.

A partir de aquí no leas porque voy quizás destripe la película.

Con ayuda de la empleada de una deli y por recomendación de Joe, Graham descubre el terrible secreto de la fortuna que heredó de su padre.  Un secreto vergonzoso que tiene que ver con los negocios -no ilegales- de su padre con los nazis antes de la II Guerra Mundial.  Un secreto que tiene que ver con ominosas agresiones cometidas contra la humanidad de los judíos en Berlín y a la vista del padre de Graham.  Lo que los nazis les hacen a los hombres judíos en un parque y a sus mujeres te hace pensar muchísimo en por qué fue posible el Holocausto y en si es posible que esos horrores pudieran volver a ocurrir.

Casualmente hoy me encontré con un reportaje sobre el rol de la iglesia católica en aquel mismo contexto histórico y sobre la labor de David Kertzer al explorar documentos ocultos en archivos del Vaticano.  Su libro la toma de decisiones personales que llevaron a Eugenio Pacelli a no decir casi nada sobre el genocidio de Hitler; y sostiene que se subestima la influencia de Pio XII en la guerra, y no en forma positiva. Claro es que no es que los católicos y la organización que lidereaba Pacelli no protegieran judíos; pero el Papa era mantenía su neutralidad política en cuanto al Holocausto y en muchas iglesias cristianas hay toques de antisemitismo.  A mi, por ejemplo, cuando era niño, me enseñaban que los judíos mataron a Jesús. Así, sin más.

La pugna entre el colectivismo totalitario comunista y el colectivismo totalitario fascista ha hecho daños profundos e inmensos en las personas y en las instituciones a pesar de que ambas posiciones son tres cuartos de lo mismo según lo explica mi cuate Juan Claudio Lechín.

Estos daños también se evidencian en una serie encantadora que seguramente comentaré después: Mi amiga brillante.

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