Hoy se celebra la fiesta de Halloween, íntimamente relacionada con la del Día de los muertos. ¡Me encanta ver las fotos de disfraces que publican mis amigos en las redes sociales virtuales! Desde hace años que los chapines les ponen bastante creatividad e ingenio.
MIs favoritos de este año son mis cuates Majo, que iba anoche de personaje de la película Saw, muuuuy convincente; y Jose que iba de arzobispo. La fiesta se celebró anoche porque fue sábado y vino muy bien porque no faltaron los tiranos que quisieron cancelar las celebraciones. ¿Qué diría mi abuela, Frances? Where there´s a will, there´s a way.
Entre los guatemaltecos, con la llegada del Halloween y del Día de los muertos se inauguran las fiestas del fin de año. Durante tres días- entre hoy y el 2 de noviembre- se celebra una de las fiestas más significativas del calendario de celebraciones chapinas.
En Guatemala, el Día de todos los santos y el Día de los muertos se fusionan en el asueto del 1 de noviembre día en que las familias se reúnen para comer e intercambiar el inigualable y delicioso fiambre ; y mi hipótesis -sin fundamento científico- es que esta fiesta es nuestro Día de gracias. Fiesta que es una mezcla encantadora de tradiciones precolombinas, virreinales y celtas.
Por cierto, que no te engañen, no es cierto que la tradición de pedir dulces en la noche de hoy sea ajena a la cultura chapina. Los niños de los tiempos de Naná camota, durante lo que ahora conocemos como Halloween, iban de casa en casa recitando: Angeles somos/ del cielo venimos/ cabecera pedimos./ Si no nos la dan/ puertas y ventanas lo pagarán. Era la versión criolla del trick, or treat; y si los críos no recibían sus dulces de ayote y de jocotes manchaban con cal puertas y ventanas de los roñosos.
La noche de hoy, la de Halloween, es importante porque es la víspera. Es la noche en la que se deja curtiendo el fiambre para comerlo mañana. La noche en la que los ingredientes quedan mezclándose e intercambiando sus sabores y aromas de la forma en la que lo hicieron nuestros padres, nuestros abuelos y los abuelos de nuestros abuelos. En casa nos adelantamos porque nos gusta que el fiambre se curta bien por dos días y hoy celebramos la Brujitas` Nite.
Además es una noche juguetona en la que -con disfraces- celebramos la vida y nos burlamos de la muerte; así como de las brujas, de la hechicería, de los monstruos y de otros productos del misticismo. Este año iniciamos, en casa, la tradición de elaborar un altar en recuerdo de nuestros muertos, con el espíritu festivo y cariñoso que caracteriza esta festividad.
El 1 de noviembre y en celebración de la vida (este detalle es muy importante), las familias recuerdan a los que han fallecido y alrededor de un plato opulento llamado fiambre –que incluye variedad de carnes, embutidos, vegetales y adornos exuberantes– celebran que están unidas, que pueden comer aquellas delicias y que ¡hasta pueden compartirlas!
El fiambre, como el pavo y otras maravillas del Día de Gracias, no es posible sin trabajo productivo, sin cosechas, sin ahorros, sin salud, prosperidad, ni talento. Todo ello digno de ser celebrado. El fiambre que se come en soledad no sabe tan bien como el que se come acompañado por las personas que uno ama, que uno valora, que uno admira, que uno respeta o a las que uno les tiene cariño.
De cualquier manera, una fiesta en la que se celebra la vida y en la que se hace mofa del misticismo; una fiesta en la que se les quita importancia al mal y a los monstruos; una fiesta en la que se celebran la bonanza y la prosperidad; y una fiesta en la que la familia es el núcleo unificador, es una fiesta que merece ser celebrada.