En Guatemala, actualmente hay 1,500 fincas invadidas, reportadas a la Asociación para la Defensa de la Propiedad Privada, y de estas,124 tienen denuncias vigentes en el Ministerio Público; pero en 2020 únicamente dos fueron desalojadas. Por el modus operandi, los invasores han evidenciado vínculos con el crimen organizado.
¿Será que los desalojos no se llevan a cabo por los nexos de los invasores con mafias? ¿Será porque es políticamente incorrecto desalojar invasores? ¿Por qué es que las autoridades no desalojan a los usurpadores? ¿Por qué es que los autores de aquellas acciones delincuenciales no enfrentan consecuencias penales?
Se tiene conocimiento de que hay un negocio de venta y reventa de terrenos invadidos. Los usurpadores construyen casas improvisadas, y son gente violenta que quema, tala árboles y roba en la propiedad privada, que no respeta la ley y actúa con fines ocultos, además usan mujeres y niños para invadir, dijeron directivos de la Adecpro.
Es evidente que en Guatemala no se respeta la propiedad. Sin respeto a la propiedad, que es un derecho derivado de la vida y la libertad, es imposible que el estado les garantice a los habitantes de la República la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral de la persona. La propiedad es consecuencia de tu vida y de tu libertad, que a su vez se derivan de la propiedad de ti mismo, propiedad que tenemos todos, por igual, propiedad de nosotros mismos. La propiedad, explica Ken Schoolland, es fruto de tu vida, de tu tiempo, de tu energía y de tus talentos; es esa parte de la naturaleza que conviertes en algo de valor y es la propiedad de otras personas, que obtienes por intercambio voluntario, pacífico y por mutuo consentimiento.
Las usurpaciones agravadas no sólo violan los derechos de los propietarios sino que violan el principio de no agresión y hacen cuesta arriba la convivencia pacífica y la cooperación social. Fred Koffman explica el principio de no agresión, así: Me comprometo a no iniciar el uso de la violencia física contra otra persona, o su propiedad (ni directamente, ni por medio de mis agentes).
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