Unas de mis frutas favoritas son los persimones, no sólo por su sabor, sino por sus color y textura. Esta es una caricia y, ¿sabes?, su pulpa tiene dos texturas distintas. La leyenda familiar dice que mi bisabuelo, Federico, trajo los primeros a Guatemala. Mi abuela los comía frescos; y también hacía un delicioso pudín.
Pero los persimones tiene una desventaja; así como pueden madurar parejos y convertirse en ambrosía, muy fácilmente pueden pasmarse para luego arrugarse y terminar siendo incomibles. De modo que muchas veces crean expectativas que resultan en desazón.
En aquello pienso cuando observo lo que ha ocurrido con la república de Guatemala y con nuestra madurez cívica en los últimos 35 años. A ratos parecía que -con dificultades- íbamos a madurar; pero a ratos nos argeñamos y damos grima. Es cierto que la evolución social es un largo proceso de prueba y error; pero da la impresión de que, conforme pasa el tiempo, nos hallamos más divididos, enfrentados y atomizados que antes de 1996, o que antes de 1985. Institucionalmente, ¿damos tres pasos para adelante, y regresamos dos?
A las diferencias tradicionales entre los chapines, añádeles -entre otras- las pretensiones posmodernas de que los hombres son enemigos de las mujeres y la de que todos somos víctimas, o victimarios. Súmales las diferencias entre los que querían más encierro y los que no, y las que hay entre los que demandan vacuna gratis y los que no, por mencionar cuatro.
Da la impresión de que hay la voluntad de crear frentes donde no los había y que más que puentes, construimos trincheras. Y da la impresión de que, en semejante campo minado, sólo se está a salvo si se aceptan sin cuestionar y sin chistar, las premisas y conclusiones de una forma de pensamiento único (tan conservador y tan woke), que no admite herejías, so pena de una hoguera virtual; pero que, no por virtual es menos hoguera.
¿A dónde es que encaminamos la construcción de la república y nuestros procesos de maduración cívica? Nuestras acciones cívicas, ¿contribuyen a una sociedad libre, o a la proliferación de clanes y tribus?
Columna publicada en elPeriódico.