Ayer, tres bebés fueron abandonados en la vía pública, en la zona 6 y uno de ellos fue hallado muerto. El sábado anterior otro recién nacido fue aandonado dentro de un vehículo. La noticia está en Prensa Libre de ayer, página 9.
Si una mujer no pudiera, o no quisiera hacerse cargo de su bebé tiene pocas opciones. Si decidiera entregalo formalmente a las autoridades, estas iniciarían un proceso para convencerla -y casi forzarla- a quedarse con el chiquito y a criarlo. Las mujeres que no pueden, o no quieren hacerse cargo de sus bebés, no pueden hacer arreglos para que otras personas las cuiden durante la gestación y reciban a sus chiquitos cuando nazcan. La ley antiadopciones cerró aquella puerta y pone a las mujeres entre la espada y la pared. De ahí que muchas prefieran optar por los caminos más tristes: abandonar a los neonatos, o abortar en condiciones inhumanas.
Yo digo que los llantos de los niños abandonados, con hambre y con frío, no deberían dejar dormir a los promotores y defensores de la ley antiadopciones.
La foto es de Prensa Libre.
Muy triste, y también lo es que muy pocos hacen la correlación entre la ley y el aumento de bebés abandonados