Inspirador concierto de Shlomo Mintz

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El Concierto en re mayor para violín y orquesta, Op. 61 de Ludwig van Beethoven fue el único concierto para violín que escribió el genial Ludwig van y es increíble que -en su momento- no fuera bien recibido por el público.  Anoche fue la primera vez que lo escuché y en las manos virtuosas de Shlomo Mintz fue muy inspirador.  Inspirador y poderoso dada la energía del violinista.

El concierto de anoche, gracias a la Organización para las artes de la Universidad Francisco Marroquín incluyó la obertura Las bodas de Fígaro y la Sinfonía en do mayor, No. 41 Júpiter, ambas por Wolfgang Amadeus Mozart. Ejecutadas magistralmente por Mintz.

El público le dio una cariñosa ovación de pie; aplauso que Shlomo Mintz se ganó no sólo por su virtuosismo como solista y como director, sino por su personalidad.  Fue notable el respeto y aprecio que Mintz tuvo hacia sus colegas de la Orquesta Festival que estuvo a la altura.

Críticos y colegas consideran a Shlomo Mintz como uno de los violinstas más importantes de nuestro tiempo, apreciado por su musicalidad impecable, versatilidad estilística e imponente técnica.  En su exitosa y larga carrera de más de 50 años ha tocado y continúa tocando casi cada concierto de violín que se haya escrito.

Gracias a la lectora Elena, he aquí el concierto para violín, por Shlomo Mintz. Nota el rol importante que tienen los timbales y los instrumentos de viento al principio…y nota la melodía encantadora.

Es muy oportuno que mi amigo, José Fernando Orellana, haya anotado que el concierto le recordó este segmento de Atlas Shrugged:

The music of Richard Halley’s Fifth Concerto streamed from his keyboard, past the glass of the window, and spread through the air, over the lights of the valley. It was a symphony of triumph. The notes flowed up, they spoke of rising and they were the rising itself, they were the essence and the form ofupward motion, they seemed to embody every human act and thought that had ascent as its motive. It was a sunburst of sound, breaking out of hiding and spreading open. It had the freedom of release and the tension of purpose. It swept space clean and left nothing but the joy of an unobstructed effort. Only a faint echo within the sounds spoke of that from which the music had escaped, but spoke in laughing astonishment at the discovery that there was no ugliness or pain, and there never had had to be. It was the song of an immense deliverance.

En la foto, Shlomo Mintz está junto a Ricardo del Carmen h.

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  1. Shlomo Mintz – Beethoven Violin Comcerto: http://youtu.be/bY80GXqHxjU