¿Cuáles son las palabras mágicas?

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El tránsito se ha complicado; y puede que se complique más en diciembre cuando suele ponerse más pesado que de costumbre.

Antes de que alguna autoridad salga con una presunta solución de tipo constructivista y arbitraria (porque probarán cualquier disparate antes que entrarle a una solución de mercado), ¿qué podemos hacer para mejorar el tránsito?

Comencemos por recordar nuestras primeras lecciones de buena educación: ¿Cuáles son las palabras mágicas?  Si necesitas pasar, baja tu vidrio polarizado y pide que te den el paso, por favor; y si te lo dan –habiéndolo pedido, o no– da las gracias. Cede el paso siempre que puedas.  No ganas mayor cosa si niegas el paso y avanzas tres metros; pero eres mejor persona si lo haces con una sonrisa.

Concéntrate y enfócate.  Porfa, conduce por el carril que te corresponde. Un conductor concentrado tiene menos posibilidades de convertirse en obstáculo innecesario. Por favor no hables por teléfono y pon atención a tu camino y a quienes lo comparten, no desperdicies oportunidades; pero tampoco cometas imprudencias en busca de ellas.  No te quedes en medio de cruceros.  Si estás enfocado puedes calcular si te va a dar tiempo de pasar.  No ganas mucho  si avanzas cinco metros a costa de dejar parados a los del crucero; pero eres mejor persona si no lo haces.  He notado que la mayoría de atrasos en el tráfico, por lo menos en el camino de mi trabajo a mi casa, son por estas dos causas.  La gente que va distraída y la gente que bloquea cruceros.

Una forma común de abuso en el tránsito es la que cometen los que se  van contra la vía.  Ellos alteran el flujo y crean imprevistos peligrosos.  Además se convierten en obstáculos y elevan los niveles de tensión.

Como “la realidad es”, independientemente de nuestras preferencias, es preciso reconocer, de una vez, que el tráfico está pesado.  Sal con suficiente tiempo y unos minutos más.  A algunos de mis desplazamientos les he agregado un tercio de tiempo.  Si no llevas prisa, porque calculaste bien tu tiempo, el viaje –aunque lento– no debería ser estresante.

¿Podremos ser la mejor versión de nosotros, aún en el tránsito?

Columna publicada en elPeriódico.

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