¿Y si tiramos al niño con todo y el agua?

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Cualquier venezolano con dos dedos de frente te lo va a confirmar:  La tierra fértil para el chavismo fue el desencanto ciudadano con los políticos ineptos y corruptos.  Llegó un momento en el que nada parecía aceptable, sino un rompimiento.  De allí surgió Hugo Chávez y la gente tiró al niño con el agua sucia; frase que alude al acto de perder algo bueno, por deshacerse de algo malo.

En Guatemala andamos por ahí.  La democracia representativa, estatista, colectivista y mercantilista está llegando a su límite. La corrupción rebasó los límites generalmente aceptados y alcanzó niveles impúdicos.  El teatro del absurdo que son las instituciones -menoscabadas con paciencia y enjundia a lo largo de varias décadas- ya no responden a las necesidades ciudadanas.  La política (esa actividad relacionada con el control del poder público y la influencia en él) hizo metástasis y eso ha hecho que se profundicen los problemas graves de miseria, donde el populismo encuentra su clientela más entusiasta y más efectiva en las urnas y en las calles.  La república nunca echó raíces.

Muchísimos chapines están…estamos desencantados con la política y los políticos; y en consecuencia -a juzgar por lo que vi en la manifestación del 16M, y lo que veo crecer desde hace ratos en Facebook y en Twitter- ha crecido el rechazo generalizado y entendible contra la corrupción y los políticos.   Empero, en mi opinión estos son dos árboles que nos impiden ver el bosque.

La corrupción es inherente al estatismo.  Donde el estado (o más bien, donde quienes controlan el estado) tiene facultades arbitrarias para inmiscuirse en todo; regular todo; prohibir, o permitir a su antojo; facilitar, o complicar a su conveniencia; quitar, o repartir; y más, es iluso suponer que puede ser erradicada la corrupción.  La corrupción medra entre las regulaciones y la arbitrariedad.  ¿Y qué es el estatismo sino abundancia de regulaciones y arbitrariedad? Es una ilusión esa de creer que se puede luchar contra la corrupción desde el estatismo.

La aversión contra los políticos a secas también es una ilusión.  Entiendo la aversión contra los políticos estatistas.  Contra los políticos corruptos.  Contra los políticos que fomentan y viven de todas las formas de estatismo y colectivismo.  Pero mientras haya poder público, alguien tiene que encargarse de ponerle límites a ese poder público; y eso sólo se puede hacer desde la política…y mientras no cambiemos la ley electoral, sólo puede hacerse desde los partidos políticos.  Es absurdo querer cambiar el sistema político y tratar de ser electo al grito de que no se es político.  ¡Pero hay que distinguir y separar la paja del trigo!  No son lo mismo los políticos estatistas, que los políticos antiestatistas, sobre todo en una sociedad en la que la política es tan importante.

Durante la manifestación del 16M la inmensa mayoría de participantes eran…eramos ciudadanos digamos que normales.  Lo podías ver no sólo en los cartéles que llevaban, sino porque iban con bebés de brazos o con sus hijos de la mano; acompañados por sus padres; en compañía de sus compañeros de clases y de sus amigos.  Eran gentes con caras de indignación; pero con la chispa de la esperanza en los ojos.   Pero ahí estaban, también, los encapuchados con sus hoces y martillos, con sus banderas de Cuba y sus retratos del che Guevara, con sus banderas rojas y sus consignas de revolución, violencia y odio.   Listos para tomar de un manotazo lo que no pudieron obtener con 36 años de enfrentamiento armado.  Es el grupo que apoyado en el rechazo popular contra la corrupción y contra los políticos, promueve el rompimiento, la suspensión de las elecciones y una asamblea constituyente para refundar el estado ¡a su antojo! y para proceder inspirados en los éxitos de sus pares en Venezuela, Bolivia, Argentina, Ecuador y Nicaragua…para no mencionar sólo a Cuba.  Son la minoría, dirás..pero son la minoría que no tiene nada que perder; son la minoría que a la hora de la hora no teme usar la violencia, y son la minoría que conoce el poder de uno…y de uno, más uno.

Si el agua sucia son la corrupción, los políticos estatistas, los partidos que son sólo roscas elecgtoreras, el peligro totalitario y el sistema autoalimentado, ¿qué es el niñoEl niño es que todavía podemos elegir; que todavía podemos reunirnos pacíficamente en la Plaza; que con todo y todo, todavía hay bastante libertad de expresión, no sólo en los medios tradicionales, sino en las redes sociales y por medio de memes y otras formas de expresión; el niño es que aunque sea a trabas y rempujones el Tribunal Supremo Electoral, la Corte Suprema de Justicia y la Corte de Constitucionalidad todavía no son apéndices serviles del Ejecutivo; el niño es que todavía  no somos Venezuela, Bolivia, Argentina, Ecuador, Nicaragua, ni Cuba.

Cuando hay que elegir entre el corrupto A y el corrupto B en casi iguales condiciones, prácticamente da igual.  Qué más da si el corrupto es de un color, o de otro.  Uno puede darse el lujo de subirse a una torre de marfil y negarse a darle el mandato del voto al tirio o al troyano.

Pero aquel no es el caso del momento actual.  Manuel Baldizón es un peligro que rebasa todos los estándares de corrupción, desfachatez, insolencia y casi locura que son generalmente aceptados entre nosotros los chapines acostumbrados a Cerezo, Portillo, Colom/Torres y otros de ese estilo.  A #NoTeTocaBaldizon hay que ponerle un alto antes de que haga metástasis.  Yo, que pensaba votar nulo para no darle un mandato a ningún corrupto, me veo en la necesidad de defenderme activamente contra ese candidato y posiblemente tenga que votar por algún otro (aunque después haya que sacarlo a sombrerazos, como a Otto Pérez Molina y sus mafias), con tal de no tener que verme luego en las penas que se ven los venezolanos.

Aquel no es el caso del momento actual en el que el movimiento #RenunciaYa a la corrupción ha logrado unificar a los guatemaltecos de todos los caminos de la vida en una lucha legítima contra la rapiña y la voracidad de los políticos de siempre.  Más temprano que tarde, los guatemaltecos nos veremos en la necesidad de elegir los principios que habrán de guiarnos en esta travesía: ¿Vamos a elegir el conjunto de principios que se basan en el respeto absoluto a los derechos individuales de todos por igual, como la vida, la libertad y la propiedad; o vamos a elegir el conjunto de principios que sostiene que los intereses de grupos específicos deben prevalecer sobre los derechos individuales de todos por igual? Ya están por allí, los que para que prevalezca el segundo criterio quieren una asamblea constituyente y se burlan del estado de derecho.  Ya hay quienes piden la suspensión de las elecciones, que es una forma solapada de golpe de estado.

Cuando llegue el momento en que debas elegir principios para dejar tu huella en este proceso no estará de más recordar un consejo de Ayn Rand: en todo conflicto entre dos hombres (o grupos) que comparten los mismos principios básicos, gana el más consistente. En toda colaboración entre dos hombres (o grupos) que se apoyan en diferentes principios básicos, el más maligno, o irracional es el que gana. Cuando los principios básicos opuestos están abierta y claramente definidos, eso obra en ventaja del lado racional; y cuando no están claramente definidos, sino que están ocultos, o difusos eso obra en ventaja del lado irracional.  No está de más recordar que la primera obligación moral es defender la vida digna, especialmente la vida propia.

Para los que estamos viviendo activamente estos días, lo que ocurra ahora podría ser el legado de nuestro tiempo para las generaciones que nos siguen.  ¡Cuidado, pues, no vaya a ser que entre el entusiasmo y una ligereza inexcusable para con los principios, arrojemos al niño con el agua!

La foto la tomé de Facebook.

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