Cuando era niño, y pasaba mis vacaciones en Panajachel, con mis primos y amigos solíamos comprar hondas para tirarles a latas y otros objetos. Yo no tenía buena puntería y más de una vez me di en la mano derecha por apuntar mal. Además, las hondas que comprábamos ni eran antiguas, ni tan bonitas como las de la foto. Con todo y todo a mí siempre me gustó tener mi propia honda, aunque terminara olvidada en una gaveta. Aunque las hondas son armas, también son objetos de entretenimiento. Es decir que no sólo sirven para cazar, defenderse, o atacar; sino que tambiénn sirve para competencias y para medir habilidades.
Hace años, mi cuate David me obsequió una antigua y muy hermosa que adorna mi sala. Las de la foto las encontré en la tienda del Museo Ixchel; y en este enlace puedes ver unas que hallé en San Juan Sacatepequez hace casi un año.
mmmmmm….. recuerdo con nostalgia las “hondas” aquellas que ne hicieron creer en un guerrero aguerrido y un incansable conquistador…. Las usabamos en “Cerro de Oro” cuando nos ven[iamos de Atitlán a bajar jocotes “marañón”….
En los ´80 un trabajador en Petén, que era muy bueno trabajando con madera, me hizo una con forma de mujer, no con tanto detalle como las de la foto, pero aún la conservo.