Cada año -en el sistema de salud estatal- los políticos, funcionarios y/o trabajadores que lo administran se roban o permiten el robo de unos Q600 millones. los responsables de este saqueo se embolsan el 20 por ciento de medicamentos que compra el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social. Las mdicinas que se roban, claro, son compradas con dinero que los pipoldermos toman de los tributarios. Por si no te has dado cuenta…la víctima eres tu.
No es sólo que los pipoldermos y sus empleados se roben la medicinas; también es que las compran caras y las compran vencidas, o a punto de vencer. El problema no es nuevo y seguramente el fenómeno ocurre desde la primera compra allá en tiempos de Naná camota. Esto, por supuesto, sólo puede ocurrir dentro del estado; porque, ¿dónde más podría ocurrir un robo sostenido de Q600 millones anuales, de forma impune?
Pero la única víctima no eres tu. Otras víctimas de aquellas actividades criminales son los más pobres, los más vulnerables y los enfermos atendidos por el sistema estatal y político de salud: Engañar a pacientes, simular compras y falsificar recetas y expedientes son tres de las formas como operan quienes sustraen medicamentos e insumos, según denuncias de trabajadores de Salud. Testigos reclaman que, aunque se han presentado denuncias, las autoridades no han actuado para evitar las pérdidas.
…y si no estás indignado, es porque no pusiste atención.
Tu comentario de hoy, me hace recordar a una persona que conocí y que trabajaba en la Municipalidad como barrendero. Una vez por medio de un político recien electo en 1970 fuimos a su casita y pude darme cuenta que las divisiones interiores no eran paredes sino “escobas aperchadas” y estas eran la “cuota diaria” de este personaje que en vez de prestar su servicio en beneficio del ornato de la ciudad, el señor se llevaba religiosamente una escobita para su propio proyecto…. (-:
La corrupción desde los pies hasta la cabeza. La hija de una amiga estudió administración hotelera y trabajó un tiempo administrando la cocina de un hospital público. Se quedó impresionada cómo las cocineras se llevaban las ollas nuevas a sus casas y se quejaban de las viejas que tenían.
Claro que causa indignación. Desde el que se roba una escoba o una olla, hasta los millones de quetzales, pero gobiernos van y vienen y todo sigue igual.