Los pipoldermos quieren la formalización laboral y fiscal de los negocios que están fuera del sistema, por lo que propondrán la creación de un impuesto único de entre Q100 y Q150, a cambio de beneficios.
¡Hazme reír!
Para comenzar, una de las principales razones por las que muchas personas operan en la economía informal -o más propiamente dicho: en el Sistema D– es que no quieren, o no pueden pagarles sus demandas a los pipoldermos.
Los que operan en el Sistema D no son papos, y saben que lo que empieza con Q100 puede terminar en cifras más altas; y saben que una vez estén en el radar de los publicanos no podrán safarze.
Hay que tener un gancho para jalar a los que están en la economía informal, expresaron en la primera reunión de este año los miembros del Gabinete Económico; y gancho es una buena palabra, como podría serla anzuelo, o carnada.
Por otro lado, ¿qué tipo de gancho podría ser atractivo? El Ministro de Economía mencionó acceso a seguridad social y si eso fuera así, si el nuevo tributo fuera de Q100 anuales por individuo y a cambio recibiera atención primaria de salud lo cierto es que saldría más caro el caldo que la gallina. Para el pelo eso de que el ejemplo a seguir sea el de Argentina.
Los que operan en el Sistema D son libres y están a salvo de la expoliación de parte de los pipoldermos y su clientela; ¿qué beneficio podrían querer a cambio de aquello? ¿Por qué querrían integrarse a la servidumbre que imponen los tributos?
Algunos lectores piensan que porque nosotros pagamos, todos deberían pagar; y no soy de esa opinión. Sostengo que el objetivo debería ser acabar con la expoliación, no extenderla para todos.
La foto es de una venta informal de dulces. Muérome de ganas de ver cómo van a recibir -en los mercados- a los recaudadores de este impuesto.
¿Cuánto dejarían de ganar los vendedores informales por pasar dos días esperando que los atiendan en el IGSS?
“Ay don tink so” . Gracias, pero no gracias.
Además, si venden dulces ya pagaron I.V.A. sobre el azucar, el gas, las bolsas para empacarlos y quién sabe qué más.