El 30 de marzo de 1981 Tim McCarthy recibió una bala que iba dirigida a Ronald Reagan, entonces Presidente de los Estados Unidos de América. Al momento en el que John Hinckley Jr. le disparó a Reagan, McCarthy se interpuso entre el pistolero y su jefe; Hinkley logró darle a Reagan; pero McCarthy recibió una ojiva en el pecho.
Nunca sueñas con que vayas a encontrarte en esta situación. Te entrenas con intensidad, y hay una razón para hacerlo, pero francamente nunca pensé que me fuera a ocurrir, dijo McCarthy en una entrevista .
De aquello me acordé cuando vi la tercera parte del vídeo del polvazo contra la vicepresidenta de Guatemala, Roxana Baldetti. Nadie se movió y nadie hizo algo. Ni su equipo de seguridad, ni los cadetes de la Escuela Politécnica hicieron algo. ¡Que serenidad!
¿Sería por lo rápido y lo impensable de lo ocurrido? ¿Sería por la distancia tan corta? ¿Qué sería?
Mientras tanto el Ejecutivo señala al Congreso como responsable de la falla de seguridad que permitió la agresión contra la vicepresidenta Baldetti hace una semana, mientras el Legislativo insiste en que los invitados y el control de acceso fueron competencia de la Secretaría de Asuntos Administrativos y de Seguridad.
En estos momentos ya no importa de quien fue la culpa. Lo importante es evitar que estos hechos cobardes ocurran en un futuro.
De que sirve paragar tanto guardaespaldas y su equipo si cometen fallas como esta. Solo imaginese las graves consecuencias para la vicepresidente si en vez de harina hubiese sido algún agente biológico o químico como un ácido o un álcali de alta concentración.
El costo de la seguridad del ejecutivo es muy alta. Entonces, cómo es que esto no se pudo evitar?
Muy buenos sus comentarios señor, siga a delante.