Es que uno sólo es mejor que otro; a mí estos atardeceres explosivos de luz me dejan boquiabierto. Siempre resisto la tentación de capturar cada uno de ellos y sus distintos momentos; pero a veces no me aguanto. Y, por otro lado, la gracia no es capturarlos; sino esperar el siguiente, y el siguiente, y el siguiente y disfrutar a cada uno en lo suyo, en su momento y en su fugacidad propia. Irrepetible e incapturable.