Hoy que nos enteramos de que en el mercado negro una pistola 9 mm. puede ser conseguida por Q600 se me ocurrió que si las armas llegara a ser totalmente prohibidas como quieren algunos grupos de interés, no dejaría de haber armas disponibles para quién las quisiera; pero sus precios subirían.
Es lo que ocurre con las drogas. Las drogas están prohibidas; pero todo el que quiera drogas sabe dónde conseguirlas. Pregúntale a cualquier cuate usuario y verás que las puedes conseguir cerca de tu casa, cerca de tu trabajo, o en lugares que están en el camino entre una y otro. Las drogas están prohibidas y, como su comercialización implica un riesgo artificial, sus precios son elevados. Para compensar el riesgo, para compensar las pérdidas y para reponer lo que los comercializadores tienen que gastar en corromper a las autoridades. Algo parecido ocurrirá si se prohiben las armas.
Ocurrió algo parecido durante la prohibición en los años 20/30. Mi abuelita Juanita, que vivió en Nueva York en los años 20, comentaba que -como había prohibición- el licor era caro; pero nunca faltaba. Siempre había licor en las casas y se servía en tazas para guardar las apariencias. Mi maestra, Nan Robertson, contaba que su madre (¿o su abuela?) hacía ginebra en su tina de baño. Entonces, como ahora, lo prohibido se conseguía siempre y a cualquier costo.
Si se prohiben las armas la gente que las quiera podrá obtenerlas. Serán más caras, habrá más corrupción para que estén disponibles y mientras que los delincuentes estén armados, las víctimas estarán desarmadas.