En mi casa es tradición que, uno o dos días después del fiambre, me desayune unos huevos revueltos con lengua salitrada y dulce de ayote. ¡Me encanta el dulce de ayote!, y también la lengua salitrada. Así, picadita en cubitos queda muy bien con un par de huevos revueltos y fritos en aceite de oliva. Acompañados por buen pan francés y por café de primera.
Este año, por cierto, la lengua estaba especialmente deliciosa; y el dulce de ayote fue posible gracias a mi amiga, Carmen, que me mandó del que hizo en su casa y le quedó muy sabroso.
Me gozo mucho los subproductos de las festividades. Por no decir las sobras. Por ejemplo, del fiambre hacemos los huevos revueltos con lengua; y también un bisque de camarones, con el caldo en el que se cocieron los crustáceos que usamos para adorno en el fiambre; y también mis célebres sandwichs de fiambre. Esto es: en buen pan francés pones mayonesa y algunas carnes (e incluso vegetales) que sobraron y que se han estado marinando en el caldillo.
Del pavo -en las fiestas de fin de año- me gozo mucho el caldo de huevos; y los sandwichs de relleno, y de ensalada de pavo.