Para mis enemigos: la ley. Para mis amigos: lo que quieran

Los pipoldermos, en el Congreso preparan un paquete de enmiendas en la iniciativa de Ley de Enriquecimiento Ilícito o Anticorrupción. Entre estos cambios figura uno, según el cual los congresistas quieren dejar en claro que el delito de tráfico de influencias no será aplicado para los diputados  El delito, de acuerdo a los legisladores oficialistas, sólo lo cometerían funcionarios y empleados públicos; y la Constitución califica a los diputados como dignatarios. ¡Hazme el favor!  ¡Si el Congreso -debido a su capacidad para producir normas específicas y concretas- es el vivero del tráfico de influencias!

Es como decía el dictador: Para mis enemigos: la ley; y para mis amigos, lo que quieran.

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