El dilema de las juntas de seguridad

Plis jelp.  En este tema todavía tengo muchas dudas.  En Ciudad Quetzal, donde los habitantes son aterrorizados por los delincuentes -y las autoridades brillan por su ausencia– algunos vecinos aplauden la captura de los miembros de la junta de seguridad, mientras que otros creen que los criminales volverán a asolar el lugar.

Entiendo la desesperación de los vecinos y se que las autoridades tienen abandonados este y cientos de cientos de lugares más donde los delincuentes hacen lo que les da la gana.  Entiendo que las personas tienen derecho a usar la fuerza para defenderse.  Es más, coincido con Ayn Rand en eso de que las mismas razones que justifican el no iniciar el uso de la fuerza en la sociedad, son las que justifican su uso para enfrentar a los que empiezan con la violencia.

Sin embargo, las turbas no me tranquilizan.  Le temo al poder de las turbas y a su arbitrariedad.  Se que sin ley y sin debido proceso, lo que hay es abuso de poder.  Se que cuando las turbas se desatan, nadie es responsable.  Me pone la carne de gallina pensar en qué es lo que ocurre cuando las turbas son dirigidas por zelotes y fariseos.  Presiento que más de un comité de seguridad puede convertirse en instumento para venganzas personales.

Y claro…entiendo, perfectamente, que el estado no es ajeno a los males de la turba, ni a las calenturas de los zelotes y los fariseos, y que muchas veces es herramienta para conseguir intereses personales.

De pronto me pongo de parte de las juntas de seguridad, y de pronto no; pero lo que no puedo hacer -sin sentirme muy incómodo- es ponerme del lado de las supuestas autoridades (ausentes, corruptas e incapaces).  El vídeo de abajo (en inglés) me ha dado algunas luces…¿tú que opinas? ¿Cómo hacemos para que la gente esté protegida contra los delincuentes, pero que no haya arbitrariedades, ni abusos de poder?

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