Luego de una reunión con sus homólogos de Honduras y El Salvador (cuyos jefes traicionaron a Guatemala con el tema de la descriminalización de las drogas) Maurició López Bonilla, ministro de Gobernación, chapín, afirmó que aquí se podría replicar el caso salvadoreño dle diálogo con pandilleros para terminar con la violencia.
Y preguntó: ¿Habrá acuerdos de paz firme y duradera con las maras? ¿Se sentarán a la mesa, como iguales con las autoridades? Esos acuerdos de paz…¿les permitirán a las maras establecer una meta de carga tributaria? ¿Les dará poder para influir en las políticas de educación, y de seguridad ciudadana, para mencionar dos? Luego de los acuerdos con los mareros, ¿estos tendrán derecho a seguridad pagada por los tributarios y a empleos a costa de los tributarios? ¿Recibirán tierras y capacitación?
Los acuerdos de paz firme y duradera con las maras, ¿producirán un nuevo diseño de la moneda de un quetzal? ¿Habrá otras dos manos en el otro patio del Palacio Nacional para conmemorar los acuerdos con los pandilleros? Como consecuencia de estos acuerdos, ¿serán reducidos el Ejército y la Policía? ¿Quiénes serán los generales y oficiales, y policías que serán perseguidos, dentro de 10, o 20 años por haber actuado contra los delincuentes que integran maras?
Actualización gracias al lector, Guillermo: He estado siguiendo esta noticia desde que se supo del pacto en El Salvador. El procurador de derechos humanos salvadoreño fue entrevistado por un noticiero cuando asistió a un congreso, o similar, aquí en Guatemala. Reconoció precisamente que la negociación de su gobierno fue para parar las luchas entre maras; comentaba que fue “positivo” para la ciudadanía porque los crímenes se habían reducido; no recuerdo las cifras pero fue algo así como que de 47 muertos por día se redujo a 35. La reducción fueron los pandilleros muertos; lo que se reservó es que del resto de muertos el 90 o 95% fueron ocasionados por las pandillas en hechos delictivos ocasionados por ellas. En conclusión, los ciudadanos normales no se beneficiaron del “pacto”; las pandillas siguieron delinquiendo, matando y ocasionando víctimas pero sin hacerse daño entre ellas. Pues el pacto les permitió delimitar mejor sus áreas de “trabajo”. Eso si el gobierno se apunta un “éxito” en ese país pues redujo la cifra de muertes.
Otra actualización: El presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, descartó un diálogo con pandilleros juveniles que operan en el país, como sí que ocurrió en El Salvador. Nosotros no estamos dispuestos a dialogar con las maras, afirmó Pérez.
He estado siguiendo esta noticia desde que se supo del pacto en El Salvador. El procurador de derechos humanos salvadoreño fue entrevistado por un noticiero cuando asistió a un congreso, o similar, aquí en Guatemala. Reconoció precisamente que la negociación de su gobierno fue para parar las luchas entre maras; comentaba que fue “positivo” para la ciudadanía porque los crímenes se habían reducido; no recuerdo las cifras pero fue algo así como que de 47 muertos por día se redujo a 35. La reducción fueron los pandilleros muertos; lo que se reservó es que del resto de muertos el 90 o 95% fueron ocasionados por las pandillas en hechos delictivos ocasionados por ellas. En conclusión, los ciudadanos normales no se beneficiaron del “pacto”; las pandillas siguieron delinquiendo, matando y ocasionando víctimas pero sin hacerse daño entre ellas. Pues el pacto les permitió delimitar mejor sus áreas de “trabajo”. Eso si el gobierno se apunta un “éxito” en ese país pues redujo la cifra de muertes.