En Los Angeles, California, un perro chihuahua corrió a dos ladrones armados que pretendían robar un comercio. La policía difundió un video del animal cuando corre a los ladrones de una tienda de cigarrillos. Las imágenes muestran a dos enmascarados, uno de ellos armado de un fusil.
Y a mí, que tuve perras chihuahua muy cerca, no me extrañó la noticia. Para nada. Los chihuahuas se han de creer que son mastines; y pueden ser temerarios y feroces. Pero también muy leales e inteligentes.
Mi primera chihuahua, La Chiqui, no era mía, sino de mi abuela. Empero, cuando fui a vivir a su casa en los años 70 tuve una infección en un dedo que me tuvo en cama varios días. La Chiqui se pegó a mí y durante el tiempo en que vivimos juntos dormía conmigo y me seguía por toda la casa. Cuando yo volvía del colegio me esperaba y saltaba de gusto al verme. Refaccionabamos juntos y yo siempre le dejaba el fondo de mi vaso de leche con chocolate. Ella murió de un parto que fue mal atendido.
Mi segunda chihuahua, La Panchita, era de uno de mis hermanos y vivió en casa de mis padres durante la segunda mitad de los 70. La Panchita era más fiera que La Chiqui . A veces dormía conmigo, y a veces no. Era muy cariñosa; pero también era capaz de irse contra cualquiera que no fuera de su agrado. La señorita doña María Panchita (que así le decía yo) murió virgen y martir cuando, en una brama, se salió en busca de aparearse; sólo para terminar bajo las llantas de un automóvil, al cruzar una calle.
La tercera chihuahua con quien tuve el gusto de encontrarme era La Chispa (cuyo nombre original era Chita y tuvo que ser cambiado porque una de mis tías abuelas se llamaba así). La Chispa era de mi bisabuela, Mami; y sólo compartíamos tiempo juntos cuando Mami venía a Guatemala, o cuando yo iba a Panajachel. Pero Mami y yo eramos muy unidos; y seguramente La Chispa se daba cuenta. La Chispa sí que era fiera. Pero fiera. Y no le temía a nada. Ella y La Panchita hubieran perseguido a los asaltantes armados. Con todo y todo, conmigo era muy deferente. Incluso cuando parió cachorros, no dejaba que nadie se acercara a ellos, y hacía una excepción conmigo. Y me dejaba cargar a sus muchachitos que, recién nacidos, cuatro de ellos cabían en una de mis manos. La Chispa murió de vieja luego de que falleciera mi bisabuela.
La Mumu era de mi abuela, Frances. Y La Mumu es la chihuahua más pequeña que he visto en mi vida. Era así de diminuta. Y se llamaba Mumu porque parecía una vaca Holstein con manchas oscuras sobre su pelambre blanca. La Mumu era pacífica y solía andar sobre el hombro de mi abuela, lugar donde hacía equilibrios sorprendentes. Hasta que un día se cayó y se desnucó. Y tuve que darle respiración de boca a boca, en un intento -algo ridículo- de volverla a la vida.
Actualmente soy cuate de tres chihuahuas: La Nicoletta, de mi amiga Carol; El Tyson, de una amiga de mi sobrino Luis Andrés; El Sancho de mis amigos los De León Batres. La Nico es una dama, El Ty es megajugueton e inteligentísimo, y El Sancho se cree Marmaduke.
La de la foto es La Chiqui.
Ah que buena historia, aunque yo prefiero los pitbull y los perros grandes, pero de que los chihuahuas son bravos, lo son!